lunes, 27 de abril de 2009

Judíos ortodoxos salen del clóset


El judaísmo ortodoxo y la homosexualidad son dos facetas difíciles de conjugar que se abrazan en una exposición en Jerusalén en la que un grupo de artistas religiosos “sale del armario” a través de sus obras. Los catorce protagonistas de la muestra Salir del Arca Sagrada: Belleza, Creencias e Identidad se enfrentaron de distinta forma al choque entre su condición de homosexuales y su profunda fe y educación judía.

Algunos se vieron obligados a abandonar sus creencias para sentirse libres, otros optaron por ocultar a su comunidad sus tendencias sexuales y los más valientes las hicieron públicas y se enfrentaron al ostracismo social. “No yacerás con un hombre como se yace con una mujer, es una abominación” (Levítico, 18:22) es el controvertido párrafo de la Torá que condena a los gays judíos creyentes al desgarro entre su identidad sexual y su religión.

Avi Rose, uno de los artistas que exponen sus obras en la muestra, entiende que ese verso “está abierto a diferentes interpretaciones” y, desde su fe judía sin fisuras, siente que Dios lo ama “igual que al resto de la humanidad”. Junto con su marido forma el primer matrimonio homosexual reconocido legalmente en Israel y vive abiertamente su condición, algo que no pueden hacer varios de sus colegas de la exposición, que presentan sus obras bajo nombres ficticios.

Identidad sexual y judía. Las fotos y los cuadros transmiten sus miedos, dudas, fe, sensualidad y sensación de opresión. Algunos artistas recurren a imágenes controvertidas, como una mujer con los brazos cubiertos por las filactelias que se colocan los hombres para el rezo de la mañana o dos varones ataviados con el manto religioso para la oración (talit) acariciándose cariñosamente las manos.

La muestra, según explica la curadora de la exposición, Ofra Zucker, trata de poner sobre la mesa “la conexión entre la identidad homosexual y la identidad judía”, un tema del que “muchos no quieren hablar porque no creen que se pueda ser gay y ortodoxo al mismo tiempo”.

Pero sí se puede, como demuestran más de trescientos hombres y mujeres ortodoxos y gays de Jerusalén que se reúnen periódicamente en los grupos Jevruta y Bat Kol para tratar sobre sus problemas y puntos en común. Rose, profesor de Historia del Arte y del sionismo de origen canadiense que se define como “un judío tradicional, homosexual y casado”, entiende que “hay que hacer un ejercicio de integración y vivir plenamente ambas identidades”. Pese a reconocer que no puede ignorar el Levítico, ni dejar de constatar que “el judaísmo lo discrimina”, asegura que puede vivir con ello y buscar un equilibrio. En una situación parecida se encuentra Dina Berman, que forma parte de Bat Kol, un grupo de mujeres religiosas gays en el que recuperó el sentimiento de pertenencia a una comunidad, ya que la sociedad ortodoxa de la que procede “no aprueba que sea lesbiana”.

Rose y Berman coinciden en que cada vez hay más entornos en los que pueden vivir libremente su identidad. “Jerusalén está creando una revolución ortodoxa”, asegura Rose. “Hay sinagogas donde la gente como nosotros puede ir y sentirse a gusto y hay rabinos que hablan de aceptar a la gente en un nivel más profundo. Está ocurriendo y somos parte de ello sólo por no renunciar a ser quienes somos”, afirma.

Decisión polémica: aceptan las uniones gay y la homosexualidad de los rabinos

El organismo más importante del judaísmo Masorti (conservadurismo judío), un movimiento mundial de esta religión, ha aceptado la ordenación de rabinos homosexuales y la celebración de compromisos entre personas del mismo sexo.

Esta decisión, que llega tras años de debate, fue denunciada por los más tradicionalistas de esta agrupación como un claro indicio de que este movimiento del conservadurismo judío había abandonado su compromiso de adherirse siempre a la ley judía, pero celebrado por otros como una muy esperada maniobra hacia la igualdad.

“Vemos esto como un gran paso adelante”, dijo Sarah Freidson, estudiante rabínica y copresidenta de Keshet en Nueva York, un grupo con ramificaciones en todo el mundo de estudiantes del Seminario de Teología Judía que presiona por el cambio y la diversidad sexual, según The New York Times.

De las tres resoluciones que se debían adoptar sobre la cuestión de los rabinos homosexuales, los 25 rabinos que conforman el comité legislativo de este organismo aprobaron una a favor, y votaron en contra de dos. De esta manera, el comité delegó en las sinagogas la misión de decidir si aceptan o rechazan rabinos homosexuales y celebran compromisos del mismo sexo.

“Creemos en el pluralismo”, dijo el rabino Kassel Abelson, presidente del panel del Comité sobre Ley Judía y los Estándares de la Asamblea Rabínica.

En protesta, cuatro rabinos conservadores dimitieron del comité legal, agregando que esta decisión viola la ley judía, o Halajá.

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sábado, 25 de abril de 2009

Arte y política


28 años de pareja, dos matrimonios apócrifos –ni en México ni en la Argentina existe aún la chance de que dos mujeres se casen–, al menos cien canciones escritas a dúo y con la convicción política de que todavía hay lugar para la protesta, más la puesta de un cabaret andante y la creación de un teatro –El Hábito, donde Chavela Vargas volvió del ostracismo al que la había condenado el olvido hace ya 20 años– son apenas parte de la vida y la producción en común de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez, dos mujeres que saben que amarse da trabajo, pero que el trabajo también es capaz de enamorar.

Liliana Felipe, la cantante argenmex que el boca a boca –sobre todo entre lesbianas– fue instalando hasta convertir en misa pagana cada uno de los shows que esporádicamente hace en la Argentina, es una rara avis en esta época: como pocas –y pocos–, ella, junto a su esposa, la actriz y directora Jesusa Rodríguez, reivindica la canción y el arte de protesta, así, a la vieja usanza. Los derechos sexuales, la resistencia civil, la ecología, la defensa de las minorías, el feminismo, el anticapitalismo; todos temas de sus canciones, pequeñas performances que estas mujeres planean juntas y que son capaces tanto de arrancar lágrimas como carcajadas en un público que las reconoce y las adora, tanto aquí como en México. En los 28 años que llevan en pareja, Jesusa y Liliana se casaron dos veces y criaron dos perros salchichas (Lucho y Cirilo); giraron durante cinco años por Europa con una versión femenina del emblemático Don Juan de Mozart; compusieron obras de teatro y letras de 13 discos (la música sólo Liliana); montaron el cabaret El Fracaso, luego el teatro-bar El Hábito –impulsor y referente de la movida mexicana durante quince años, que además rescató del olvido a Chavela Vargas, la cantante mexicana que acaba de cumplir 90 años la semana pasada–, y actualmente pusieron toda la energía en el Movimiento de Resistencia Civil Pacífica, a partir de las últimas elecciones mexicanas que terminaron en un escándalo por fraude y dos gobiernos en paralelo. De esa militancia surgió el tema que allá y acá se está convirtiendo en himno: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”. Activismo-amor-vida cotidiana-arte para ellas son lo mismo. A lo largo del año pasado estuvieron dos veces en el país: una para cantar en el Espacio para la Memoria, en solidaridad con H.I.J.O.S. –la hermana de Felipe es desaparecida y su sobrina milita en H.I.J.O.S. Córdoba–, y la otra para participar de un festival en apoyo a la campaña para la despenalización del aborto. Incluso la gira de presentación del nuevo disco, Mil veces mil, apenas si da puntada sin hilo. Es que ellas prefieren la arenga a la promoción porque encuentran el sentido de componer en que la gente tenga material para cantar sus reivindicaciones. Hay algo del ‘70 en sus recitales-mitines, es cierto, pero con la diferencia del humor, lo más serio que tienen.
¿Cómo se conocieron?

Jesusa Rodríguez: –Yo estaba actuando y vi a Lili en el público: fue amor a primera vista.
Generalmente el público corre a los actores.

J.R.: –Yo corrí al público, pero sólo me enteré de que era argentina. Esa noche le dije a una amiga: “Hoy conocí a la chica con la que voy a vivir toda mi vida”. Pasó un año. Un día entró a la Escuela de Teatro donde yo ensayaba y pensé: “Ahí está otra vez”. Tampoco entonces me atreví a mucho más que preguntarle el nombre, pero ella tuvo que llamarme luego por un asunto del ensayo...

Liliana Felipe: –Ahí ya me había dado cuenta, llamé con otras intenciones, aunque tenía un motivo profesional.
Entonces fue todo inmediato.

L.F.: –No, pasó un tiempo, porque Jesu me dijo todo o nada y le dije que no, que yo era muy promiscua y quería seguir así.

J.R.: –Ella tenía novios, novias, los lunes, martes, miércoles; yo ya no quería saber nada con eso. Pasó como un mes, ella estaba cantando fuera de DF, la fui a buscar y ahí cambió su actitud; ya nos quedamos juntas.
¿Por qué cambiaste?

L.F.: –En detalle ya no me acuerdo...

J.R.: –Yo sí (se ríen).
Tenías novios también. ¿Es como dice la canción: “Cada cosa que ves es dos o tres”?

L.F.: –Todo eso.

J.R.: –Creo que a todos nos gusta de todo, después vas prefiriendo.
Ustedes hicieron un casamiento apócrifo, cuando no estaba legalizado.

L.F.: –En 2001 hicimos una boda que fue más una performance.

J.R.: –Es que la pareja presidencial de entonces, muy conservadora y católica, anunció que pediría al Vaticano anulación de sus respectivos matrimonios para casarse entre sí, y lo lograron: la plata que habrán puesto... Si ellos se podían casar, nosotras con más razón. Espíndola, un gran artista plástico, nos hizo unos trajes de papel...

L.F.: –No, antes tienes que decir que salimos a buscar vestidos de novia, pero como las mexicanas se casan a los 18 años, no nos entraba ninguno.

J.R.: –En la ceremonia hicimos la ópera Cándido de Voltaire, tiramos una Biblia a la basura, ofició de sacerdota Claudia Hinojo, una importante luchadora por los derechos lésbicos desde los ‘60, y tuvimos madrinas múltiples, hasta el diablo nos bendijo. Nos divorciamos ese mismo día.

L.F.: –Ahora tenemos la unión civil, que existe allá desde hace poco.
¿Cómo fue para vos, Liliana, ser lesbiana o bisexual en los ’70, mientras viviste en la Argentina?

L.F.: –Acá no se asumía cuando yo estaba (hasta el ’76), pero nunca lo oculté y no tuve problemas, tampoco con mis padres. Puede ser que tenga un recuerdo idílico, yo era la joven promesa musical de Villa María, todos me querían y lo asumían, o eso es lo que me inventé en el recuerdo.

J.R.: –Es que Liliana tiene unos padres especiales, la educaron en la franqueza, con libertad; yo en cambio vengo de una familia católica, muy cerrada en el pudor, la clase media mexicana en general es así: todos cogen con todos pero que no se note, si no se muestra está bien, incluso la homosexualidad.

L.F.: –Ahora sí se ven parejas besándose...

J.R.: –Pero sólo las jóvenes, no maduras, a no ser en los actos específicos. Yo al principio hice escenografía muchos años y en los grupos de tramoyistas, grupos de machos que se comportan como tales, tenía más problemas por ser mujer y joven que por lesbiana.

L.F.: –Luego, Jesu y yo hemos sido una pareja muy productiva, hemos generado trabajo alrededor, quizás eso te conecta pronto o de otro modo, la gente te quiere, nunca tuvimos que dar explicaciones.
¿Qué las mantuvo 28 años juntas?

J.R.: (A Liliana) –Ni un día más, te lo advierto.
Ah, ésa es la fórmula, día por día.

L.F.: –Como en Alcohólicos Anónimos, cada día dices sólo por hoy (se ríen mucho).
¿Qué sostiene el amor?

J.R.: –Primero esa flama incomprensible que te llevó a esa persona y no a otra y no sabes por qué. Luego el trabajo de todos los días, hay que sortear las dificultades, pero lo que te impulsa a sortearlas es aquello primero e incomprensible.

L.F.: –Las diferencias también, nos hacemos necesarias una a la otra, o complementarias, a mí me gusta cocinar y a Jesu no, yo soy muy inútil para destornilladores, arreglar cosas, y ella puede con eso. Y si leemos la misma noticia en el diario a mí me interesa cómo organiza ella el pensamiento, también con las obras de teatro y ahora con los actos políticos; yo soy muy dispersa, ella me estructura, me contiene.

J.R.: –Una de las cosas más gozosas que recomendaría a las parejas es leer juntas en voz alta; nosotras decidimos qué libro, en este momento Tratado de ateología, de Michael Lonfrey; leímos capítulo a capítulo El Quijote, Las mil y una noches...
El nuevo disco se basa en Las mil y una noches. ¿Por qué?

L.F.: –Porque debería ser un libro de educación sexual en los colegios, tiene una libertad que no hay en Occidente. Se supone que hay varias autoras en él. Recomiendo volver a leerlo, pero en una versión no censurada.

J.R.: –Cómo el mundo islámico puede tener esa tradición maravillosa y a la vez tanta represión con las mujeres. El Decamerón no llega a esa imaginación, libertad y locura. Cuando hicimos el cuento de la mujer que hace el amor con un negro y con un orangután, unos estadounidenses lo tomaron como discriminación racial.
Eso dice más de ellos que de ustedes...

L.F.: –Primero hicimos una obra de teatro, el disco es sólo la música. El detonante fue que apuñalaron a un amigo por puto, en Querétaro. Así es que llevamos la obra a todas las regiones más cerradas de México para concientizar sobre vivir el erotismo con alegría, con libertad.
¿Va en esa línea ese tema de “si los sexos verticales, transversales...”?

J.R.: –En Letra S, una publicación relacionada con el VIH, leímos: “La homosexualidad ha sido un chivo expiatorio de todas las épocas, para los occidentales es de los orientales, para los burgueses es de comunistas, siempre es del otro”.

L.F.: –Para el aceite son cosas del vinagre, para el azúcar problemas de la sal.
Uno de los CDs se llama Lilith y habla del segundo fracaso de Dios. ¿Cuál es el primero?

L.F.: –El. Me impactó la historia de Lilith (soy Liliana), es la que se te aparece cuando tienes orgasmos nocturnos sola. La sobredimensión del culto a María fue para eliminarla, estaba muy arraigada y es la que trae el conocimiento, que es el diablo.
Las brujas...

L.F.: –Sí, ese conocimiento femenino al que temen los hombres y la Iglesia que empieza con sus instrumentos de arrancar clítoris, toda esa locura rompeútero de la Inquisición... Siento que ahí se detiene la civilización, cuando matan la transmisión oral de salud, hierbas, canciones... Esta Iglesia no ha cambiado, es hasta demasiado obvia en su intento de posesión del cuerpo femenino.
Vinieron a apoyar la despenalización del aborto...

L.F.: –En México se logró porque se empezó a hablar del tema, y así pasamos de 1500 muertes en un año a una sola y por otra razón. Me entristece que Cristina Fernández, siendo mujer, no lo apoye. Ella o yo podríamos pagar un aborto en una clínica con condiciones higiénicas. Es sobre todo un problema de mujeres pobres, que además tienen menos acceso a la anticoncepción y más desamparo para ser violadas. No tiene nada que ver cuando lo comparan con despenalizar la droga, nadie se hace un aborto por gusto. Y sí es una decisión; las que tienen que opinar son las mujeres, es su cuerpo.
Están en un accionar más directo. ¿Por eso dejaron El Hábito?

L.F.: –Cuando 300 mil personas murieron de un sopetón en el tsunami, también después de haber dado talleres a unos 20 grupos de unas cien mujeres indígenas campesinas cada uno, se vaciaba de sentido quedarnos encerradas en una vanguardia que de algún modo ya piensa como una y a la vez no tiene la fuerza de esas mujeres indígenas. Sumado a que quince años de trabajo nocturno es agotador, cuando quieres ir a dormir están todos enfiestados y a la mañana te tienes que levantar igual a administrar y hacer compras. Pero sostuvimos el teatro sin pedir subsidios ni ayudas nunca a ningún tipo de organismo, así es que se puede. Ahora se lo pasamos a un grupo de chavas: Las Reinas Chulas.
Ustedes relanzaron a Chavela Vargas en El Hábito. ¿Ella es una precursora?

L.F.: –¿De la lucha lesbiana me dices? No, no me parece...

J.R.: –Ella nunca lo había dicho públicamente, aunque luego dijo que sí. Es un símbolo porque todo el mundo lo sabía, pero entonces no se decía, estaba implícito.

L.F.: –Como cantante sí es un símbolo para mí, por eso la convencimos de hacer cuatro fechas cuando ya había dejado de cantar; se colmaba, continuó por dos años.
Leí en algún reportaje que también Liliana había dejado la música y Jesusa le puso un piano por ahí para tentarla...

L.F.: –Estaba muy enojada por todo lo que pasaba en la Argentina y sentí que ser concertista de piano era pequeño burgués y que no servía para nada.

J.R.: –Tenía que ver con lo de Esther (su hermana desaparecida en el ’77 junto con el marido). Sí cantaba en grupos con guitarra, flauta; cuando la escuché, me enamoré más. Pero le dije que quien ha querido al piano nunca lo deja; renté uno y lo dejé en la sala, le dije que porque me gustaba como mueble, y ella volvió poco a poco a tocar.
¿Por qué te fuiste del país?

L.F.: –En enero del ’76 fui con un grupo musical a Perú a dar unas funciones; ahí me encontró marzo y el golpe en la Argentina, desde lejos te dabas más cuenta del infierno y ya decidí no volver. Tenía 22 años, seguí viajando, como en Diario de motocicleta (la película de Walter Salles sobre la juventud del Che Guevara), pero a pie: Ecuador, Colombia, Venezuela... Fui a México a visitar a una amiga y me enamoré de ese país, me quedé. “Amigo mío, cierra tu tienda y vete a otro lado”, dice un texto de Las mil y una noches que musicalicé; los que tengan que irse de su lugar por las razones que sean se van a sentir bien con esa canción.
¿Cómo fue el recital en el Espacio para la Memoria, ex ESMA, que dieron este año?

L.F.: –Demasiado, había estado hacía unos meses y todo lo que vi y sabía se me vino encima en el recital, era como invocar a los demonios y a la vez exorcizarlos. Pensé que no iba a poder continuar, no podía respirar, es que las cosas no se limpian, siguen las presencias, los humores, lo que se vivió ahí. Pero si dejaba que me ganara la emoción tenía que bajar del escenario e irme, así es que me concentré en recordar las letras, tocar el piano, cuando bajé sentí un gran vacío, como si me hubieran golpeado en los oídos y estuviera en shock.
En “Las histéricas somos lo máximo” dicen: “Ya no sé si poner punto final o ponerle punto G”, o sea que una represión...

L.F.: –Es todas las represiones, efectivamente.
Y todo lo dicen siempre con humor.

J.R.: –Fíjate que cuando se habla de sexo, ya sólo por eso la gente se ríe, es una forma de la represión, está acostumbrada a que debe ser tratado desde la picaresca; nosotras hacemos un humor que habla libremente del sexo. También porque la gente ya tiene tanto dolor que no quiere más, a través del humor puede escuchar.
Y el enfoque del tango, Liliana, porque hiciste un CD, ¿no te parece machista?

L.F.: –Sí, sobre todo por eso de mi mamita (acompaña con dramatización de piedad, sobreprotección y devoción)... pero es que me obligaron (se ríe mirando a Jesusa).

J.R.: Yo se lo pedí, me parece que el tango es tan bueno que excede eso, como el bolero. Además, algunos no son... ella admira mucho a Discépolo.
En las canciones también hacen referencias a la ecología: las iguanas, las ballenas, las corridas de toros.

L.F.: –Siempre digo que soy una cabaretera culta, clerofóbica, antitaurina. En mi vida trato de cuidar el equilibrio ecológico, todos debiéramos hacerlo. En la Argentina nos desespera ver cómo se desperdicia aquí el agua, porque en México no hay. Pero, allá, cómo se trata el tema en los medios es una falsedad, las compañías transnacionales son un monstruo que degrada todo y son las que hacen las propagandas: “Cuida el agua”.
¿Cómo fueron aquellos talleres con campesinas indígenas?

L.F.: –A través del Instituto de Seguro Social, que tiene clínicas en todo México. Yo era la maestra de música, por la mañana escuchábamos sus charlas con la psicóloga social y con el grupo de teatro lo representábamos por la tarde. Había que tener estómago para lo que oíamos, moneda corriente la violación por las clases dominantes y sus agentes; pero en estos talleres podían hablarlo y comprender que no eran las únicas, salir del círculo cerrado.
¿Hay vacas sagradas?

L.F.: –Hoy, Doña Rosario Ibarra de Piedra, una luchadora mexicana muy íntegra.

J.R.: –Si lo preguntas irónicamente, por suerte se está viniendo abajo la importancia de una diva de Hollywood al lado del interés que cobra un documental sobre alguna vida particular, más que personas hoy se está desacralizando una mirada.
Este disco cierra diciendo: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”. ¿Será eso?

L.F.: –Esa es la base, cuando nos reímos de algún gobernante, cuando el pueblo empieza a hacer chistes de él, le pierde el miedo. Por eso, aunque nuestros familiares no tuvieron la misma oportunidad, son importantes los juicios a represores aquí: cuando te plantas, los echas, por eso se resisten. Esa frase... tenía una melodía que me taladraba el cerebro y sabía que era una canción sobre los desaparecidos, las muertas de Juárez y acontecimientos similares; un día leo en una carta escrita por alguien del Movimiento: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”, y le dije a Jesusa: “Esta es la frase”. Ahora siento que esta canción la necesita la gente.
¿Te referís al Movimiento...?

L.F.: –De Resistencia Civil Pacífica, Jesusa es un miembro muy activo, yo no soy tanto de salir a la calle, participo como compositora, la gente necesita tener canciones que sepan transmitir las luchas. Me satisface mucho que mis canciones sirvan, a veces las cantan y no saben quién las compuso y no me importa.

J.R.: –Consideramos legítimo el gobierno paralelo de López Obrador; el otro, reconocido “oficialmente”, llegó por fraude...

L.F.: –Impuesto por la Coca-Cola, Bush, la Iglesia y todos los intereses que lo necesitaban. Y nunca hubo un movimiento tan insultado como el nuestro, o sea que parte de esos intereses son los medios de comunicación. Ahora las dictaduras son económicas.
“Tú me prestas a tu hermana, yo la vendo en carnaval y a la corta o a la larga se la cobro a tu mamá”...

J.R.: -Sí, eso hace referencia al Nafta, que fue la entrega del país, ese invento de EE.UU. para beneficiarse de Latinoamérica y perjudicarla.

L.F.: –Préstame a tu hermana es la peor provocación a un mexicano, va más allá de ofender a la madre, es terrible.
Un tema de ustedes que habla de las soldaderas cita a Poniatowska: “La Revolución Mexicana trató mejor a los caballos que a las mujeres”

L.F.: –Por eso la revolución en que creo es la de las conciencias. Hay que tratar de ser cada vez mejor persona.

Ada Melandri
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sábado, 18 de abril de 2009

Señora Show


¿Cómo fue tu niñez?

—Nací en La Banda, Santiago del Estero. Hija de ganaderos y matarifes de origen árabe con muchísimo dinero, de clase alta, súper alta. Mi abuelo era de Alejandría y mi abuela, marroquí. Al tema de mi sexualidad, si es eso lo que me preguntás, no sé cómo se lo tomaron. Me importó tres carajos si lo tomaron o no lo tomaron. A mí que no me jodan. Así nomás. Ante todo, el respeto. Y eso se gana ubicándose primero. Cuando mis padres se separaron yo me vine para Buenos Aires y no volví nunca más. Yo supero las etapas: las cosas feas de la vida, si las recordás, las sufrís dos veces; pero como me lo preguntás, te contesto. Cuando me vine para acá trabajé lavando copas, pelando papas... el dinero se lo quedó mi padre con sus abogados tránsfugas que desheredaron a mi madre. Simple. Eso fue a mis 12. A mis 15 me vine y me enteré de que no podía trabajar sin autorización del padre. Me tomaron igual. Llegué a Retiro a las 2 de la tarde, me metí en un hotel pulguiento, yo llevaba una valija de cartón, fijate vos, y a las 5 de la mañana agarré el diario. A las 6 ya estaba trabajando de lavacopas en un bar. Eso sí: la premisa era lavar copas el primer mes y después chau.
¿Qué es lo que más te llamó la atención de la gran ciudad?

—Quedé fascinada con las luces. A mis 17 fui al Maipo, pasé casualmente por la puerta, miré la cartelera y me fui un domingo en el horario del vermouth a ver la revista Las Wiffanas con Juanita Martínez, Pérez Prado, Marrone, Mareco... Me fascinó. Dije en el acto: “¡Ay! Pero estas mariquitas no bailan tan bien”... Claro, yo ya era viva, siempre tuve el ritmo en el cuerpo. Ya venía ganando los concursos de rock & roll, mambo, cha cha cha, rumba, chacarera, escondido, zamba... Todo en Santiago del Estero. Siempre tuve elegancia y porte al bailar. Actitud y aptitud.
¿Cuándo empezaste a travestirte?

—Yo no pensaba en travestirme. Un 21 de septiembre, las locas y algunas machas no tan machas de la compañía decidimos disfrazarnos. Yo agarré y me puse unas medias caladas, un turbante y le dije a un secretario de la Lobato: “Decile que me preste una estola de plumas”. Me la puse y salí caminando del camarín. No me reconocieron. Adolfo Stray preguntó: “¿Quién es esa potra que pasó ahí?”. Esa fue mi prueba de fuego: cuando me miré al espejo me quería morir. Estupenda... Fue un flash, como todo en mi vida. (La señora se arregla el pelo y desmenuza quirúrgicamente un pedazo de tostado mixto.) Es mi estilo de vida. No busco las cosas, las cosas me buscan a mí. Eso lo aprendí sola, como todo lo que hago. Un día que estaba haciendo mi página web me puse a pensar a quién agradecer. No se me ocurrió nadie. Voilá.
¿Cuándo nace Vanessa Show con nombre y apellido?

—El nombre Vanessa me lo puso Eber Lobato. El Show me lo pusieron cuando bailaba en Can Can, en la calle Seaber, donde es la recova ahora, una especie de cul de sac al que se llegaba bajando una escalera por Posadas. Cuando me vio un periodista de Crónica me dijo: “¡Ah, pero vos sos todo un show!”. Y ahí quedó. Cuando yo trabajaba en el teatro Corrientes, en Las gatas calientes en el tejado del Corrientes, hacía un número de gatos en el tejado con una chica y tenía un antifaz. En esa época salía la revista Así y salió una nota sobre mí que Héctor Ricardo García tituló “El señor Vedette”.
¿Cómo era ser travesti en épocas pasadas de dictaduras y represiones?

—Y... difícil. (La señora contesta mientras se lleva la uña del pulgar a la boca y piensa.) Pero a mí no me importó nada. No me tembló el pulso... nada. Fue todo así: ¡taka! Ningún problema. Es más, yo estaba con la Lobato en el segundo año con ella, que recién había llegado de París. Hicimos Corrientes esquina Champs Elyseés y ¿Pourquoi pas? Durante esos 24 meses hice cine, teatro, televisión y giras bajo la batuta de Eber Lobato, marido de Nélida. (La señora toma un café ligero, con leche tibia, sin espuma y con sacarina. En jarrito.) Yo terminaba de hacer una revista que se llamaba La vedette son ellos, en la época de oro del café concert y en lugares como Hidrógeno; los primeros que venían a verme eran de la policía. Uno de ellos —que después me enteré de que era comisario— le preguntó al dueño quién era la vedette, cuál era el chico vestido de mujer. Yo estaba en el escenario en ese momento, y el dueño me marcó. “¡Pero es una mujer esa chica!” Y me hizo llamar cuando terminé. “El espectáculo es maravilloso, acá no se toca más, no se los molesta más”, ordenó. Igual, si entraban por las malas, yo les iba a hacer un escándalo, eh, no te creas. En esa época se pensaba que si la cana te caía una vez, la gente no volvía. Mentira. La gente hacía cola igual para los espectáculos de revista.
Se diría que fuiste una privilegiada.

—Bueno, te estoy haciendo un recorte en tiempo y espacio. El problema fue cuando me volví de Italia en los ‘70 y vuelvo a trabajar en Hidrógeno. Ahí la Triple A me empieza a caer y a decirme que yo era un terrorista sexual. Cuando me dijeron eso, yo les dije: “Listo. Si no puedo trabajar, dénme la pistola que empiezo a robar”. Voilá. También cuando hacíamos La revista del tercer sexo —la primera compañía íntegramente hecha por travestis en el Teatrón de Pueyrredón y Santa Fe—, imaginate, ¡el camión de culata venía! Todos adentro. Pero a mí la persecución me resbalaba, me importaba poco. De hecho, hasta llegué a tener un par de affaires con policías... pero ahí no ahondo.
¿Cómo sobrellevabas el tema del nombre propio en esas épocas en las que viajabas? Antes no se hablaba de este tema, gran generador de discriminación...

—Nada. Siempre digo que el color de piel es el segundo pasaporte en Europa. Antes y ahora, siempre fueron iguales. Si te ven de piel oscura o con rasgos demasiado árabes, te paran. Ese es el resultado de tanta colonización en Africa y Asia, que cuando se les quieren meter los colonizados se vuelven locos. No les gusta. Aparte yo tenía mi carta de residencia. Mi abogado me dijo: “Usted no diga nada. Meta la carta de residencia dentro del pasaporte. No hay pregunta alguna. Si tiene problemas, que hablen conmigo”. Tengo tres pasaportes llenos de permisos para trabajar.
¿Te gusta la política?

—Soy recontra peronista. Adoro a Cristina, detesto a la Carrió, que la criticó a la Presidenta porque de la cena con los reyes de España vino y se embarró en Tartagal y dijo: “Del ridículo no se vuelve”. Mirá quién habla... ella, que andaba con la cruz de palo, las tetas hasta la rodilla y cinco dedos de raíces negras en la cabeza. ¿Eso no es ser ridícula? Yo creo que los argentinos estamos acostumbrados a las crisis, tenemos que tomarlo de la mejor manera y vamos a salir adelante, como siempre. Lo que pasa es que la gente no se acuerda de que, hasta hace unos años, había 17 monedas en el país; la gente se olvida. La oposición que tenemos se amontona como estiércol de cojudo: amontonados al pedo. Critican pero no tiran una buena. Poné por favor en la nota que la Carrió se cree Marilyn y es Piggy, la chancha de Los Muppets. Voilá.
¿Te gusta el lujo, vivir bien?

—Para Vanessa sí, se merece lo mejor. Voilá, acá te hablo en tercera persona. Por puntual, talentosa, creativa... por el buen gusto que tiene. Vanessa tiene un lema: si hay que comprar, hay que comprar lo mejor. Que no siempre es lo más caro. Vanessa sabe. Tiene mundo, tiene códigos, sabe lo que es un escenario, lo que es un diseño, sabe lo que es un vestuario, lo que es una pluma, un glamour... el glamour es lo que una foto te transmite. Ubicar una pluma en un tocado, una mirada, eso es el glamour. Siempre fui ambiciosa, pero con límites: no quiero ser la más rica del cementerio. Quiero tranquilidad. Sobre eso lo sabe todo, de la A a la Z, el abecedario le queda chico a Vanessa.
¿Te salvó la belleza en medio de tanta segregación?

–No me di cuenta. Sabía que tenía buen cuerpo... como en esa época no tenía senos, ni nada... Mirá, te digo algo: todo lo que hice, lo hice sin culpas. Ah, y no acepto consejos de nadie, eh. (El dedo índice de la señora se mueve como un limpiaparabrisas.) A mí no me va esa gente que te ve divina y te viene a aconsejar. Yo les pregunto: ¿por qué no viniste antes cuando necesitaba el consejo?
¿Sos solitaria?

—Sí, me encanta estar con mi perra Tutú y mi gatito Minu, un gato amarillo tipo Garfield.
¿Qué tipo de hombre te gusta?

–Un albañil. A todas nos gustan así... ¿Vos pensabas que te iba a decir Brad Pitt o un empresario? ¡Por favor! No me interesan un carajo. ¡Que los empresarios produzcan y le paguen al albañil para que venga a mi casa! Ahora los chongos no son como los de antes. Andan con claritos en el pelo, se liman las uñas... Eso del metrosexual es un puto que tiene la solicitud en el bolsillo. No me interesa para nada alguien que se mire al espejo más que yo.

Juan Tauil
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La familia Ingalls se hizo queer


En una misma semana, la que inauguró el mes de abril, esa pátina deprimente en que se había convertido el triunfo de la Proposición 8 en California –que consagró en ese estado el matrimonio únicamente para parejas heterosexuales– comenzó a disiparse. Es que, por distintas vías, dos estados sumaron su estrella a esa bandera alternativa que junto a las barras y las estrellas reúne a los miembros de los Estados Unidos que consagraron el matrimonio para parejas de cualquier sexo o género: Vermont –que aprobó el matrimonio gay por la vía legislativa– y Iowa, en donde la Corte Suprema declaró que la prohibición para casarse a las parejas del mismo sexo es anticonstitucional. Y las agencias de viaje ya tomaron nota: en este reducto del corazón de América del Norte no hay ninguna ley que diga que es necesario ser residente para casarse, así que muchos miles de personas que viven en otros estados ya están comprando sus boletos de avión y planeando sus bodas en esta tradicional región rural de paisaje ondulado. Los conservadores –asumen– están en pánico: a partir del 24 de abril (cuando el matrimonio ya no sea sólo para algunas personas) Iowa podría convertirse en “la Meca del matrimonio gay/lésbico”.

UN SI QUIERO EN EL TERRUÑO

Iowa no ha sido precisamente el lugar más atractivo para las personas Glttb, pero a lo largo de la historia ha ocupado un lugar bastante ambiguo. Aquí la derecha religiosa es muy fuerte desde hace varias décadas, pero a la vez se trata de uno de los estados pioneros en términos de garantizar los derechos civiles de las minorías. Iowa votó a Bush, pero también fue el lugar donde Obama ganó su primera batalla decisiva en las internas contra Hillary Clinton. Y si bien en las últimas elecciones Obama no tuvo el porcentaje de apoyo que obtuvo en las grandes ciudades, Iowa se volcó de conjunto en su favor. El viernes 3 de abril el estado de Iowa sorprendió una vez más a los Estados Unidos pegando uno más de sus giros aparentemente imprevisibles. Que los gays y las lesbianas puedan casarse en este estado tiene un impacto fundamental para el conjunto del país, porque Iowa es simbólicamente el corazón de la tradición.

Ubicado justo en el medio de Estados Unidos, se trata de la región que usualmente se describe con el término “heartland,” que grosso modo podría traducirse como el “corazón de la tierra” o el “terruño”. Para mucha gente Iowa representa la esencia misma de la nacionalidad “americana”. Es la contrapartida de las urbes de la costa atlántica y pacífica, que son percibidas como demasiado “internacionales”, un rótulo que no es para nada inadecuado. En Los Angeles o Miami pareciera que se habla más el español que el inglés, mientras que Nueva York y Boston están entre las ciudades del mundo con mayor porcentaje de personas extranjeras. Iowa es exactamente lo opuesto, la abrumadora mayoría es blanca y vino de Europa del norte muchas generaciones atrás. Salvo algunas excepciones, las culturas indígenas fueron eliminadas o desplazadas, hay un porcentaje muy pequeño de afroamericanos y las personas latinoamericanas que vivimos aquí somos una minoría diminuta. Aquí, el argentino hijo de españoles o italianos que tiene aspecto mediterráneo –como es mi caso– no es considerado blanco sino “de color”. Por eso es que las personas más conservadoras ven a Iowa como la quinta-esencia de la “americanidad”. Un lugar que no ha sido “contaminado” por “otras culturas” o por estilos de vida liberales. Aquí, la familia Ingalls sería feliz. Que las lesbianas y los gays se puedan casar en Iowa antes que en Nueva York es algo así como que haya primero matrimonio gay en Salta que en Buenos Aires.

EL FACTOR SORPRESA

En realidad, fue el mismo conservadurismo de Iowa, junto con una tradición de jueces liberales en la Corte Suprema, el que hizo posible que ahora todos y todas podamos casarnos aquí. Porque sin la ley dictada en 1998 por el Congreso de Iowa prohibiendo el casamiento entre personas del mismo sexo, la Corte Suprema no habría podido abrir la boca en este tema. Pero en 2005, seis parejas de gays y lesbianas pidieron casarse en la ciudad de Des Moines y cuando se les negó su derecho aludiendo a aquella norma, decidieron hacer juicio contra el condado de Polk, donde está localizada la ciudad. En el 2007 estas parejas ganaron el pleito, la decisión fue apelada y llegó así a la Corte Suprema del estado. El viernes 3 de abril, los siete jueces de la Suprema confirmaron unánimemente que las personas del mismo sexo también se pueden casar y declararon inconstitucional la ley de 1998.

Es que, a diferencia de lo que ocurre con el Poder Legislativo, los jueces no están afectados por la presión del electorado y se supone que deciden en base a la Constitución. Y la Suprema de Iowa tiene una larga tradición a favor de la igualdad y los derechos de las minorías:

- En 1839 esta misma corte abolió la esclavitud, 26 años antes de que lo hiciera el resto del país tras una sangrienta guerra civil (en la que Iowa luchó a favor de los estados del norte, que estaban contra la esclavitud de las plantaciones del sur).

- En 1868 la corte abolió la segregación racial en las escuelas, 85 años antes de que lo hiciera la Corte Suprema de Estados Unidos.

- En 1869 Iowa fue el primer estado en aceptar la práctica de la abogacía por parte de las mujeres.

- En 1873 se abolió la distinción racial en cualquier espacio público, 91 años antes que el resto del país.

Además, en relación con la cuestión de las leyes matrimoniales, la Corte Suprema de Iowa también tiene un antecedente muy fuerte: fue la primera en legalizar el casamiento entre personas de diferentes grupos raciales. Cuando la Corte tuvo que decidir si era constitucional prohibir que una minoría se casara, toda esta historia jugó un rol fundamental. Habría sido demasiado vergonzoso que un estado con esta tradición hubiera dado la espalda a un argumento en favor de la igualdad y contra la discriminación de un grupo históricamente perseguido: las lesbianas y los gays.

Ahora, la decisión de la Corte Suprema no puede ser apelada, ya que la ley declarada anticonstitucional era estatal y no puede intervenir la Corte Suprema federal. La única vía que tienen los sectores conservadores para que deje de dolerles este golpe de gracia sería modificar la misma Constitución del estado; algo que no es tan fácil. La mayoría del Congreso es demócrata en este momento, y los que están en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo son en su mayoría republicanos. Los diputados demócratas probablemente no se hubieran arriesgado a sacar una ley a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo por el costo político de tal postura. Sin embargo, ahora que la Corte Suprema tomó una decisión, tampoco se van a organizar en contra. Por otro lado, los requerimientos legales para enmendar la Constitución podrían demorar, al menos, hasta el año 2012. Probablemente, lo único que la Legislatura de Iowa pueda hacer para que no se modifique tanto el paisaje de sus apacibles praderas es votar una ley que establezca la residencia en el estado como requisito para casarse. Pero aun esa medida tomaría cierto tiempo. Menos del necesario para pedir un turno en el registro civil, y eso es lo que exaspera a los sectores más conservadores que encontraron su vocero en un diputado republicano, Steve King, capaz de comparar el casamiento entre personas del mismo sexo con el casamiento entre “duendes y unicornios”. King es el mismo que soñó con prohibir el empleo de gays y lesbianas en Iowa, claro que lo hizo en voz alta y dentro del Congreso.

CONDADO HOMOFOBICO, CORTE IGUALITARIA

Con su decisión, la Corte Suprema se presentó como garante de la igualdad legal y de la Constitución. El condado de Polk, en su apelación a la primera instancia, había argumentado que no podía casar a personas del mismo sexo porque eso dañaría el matrimonio tradicional. La Corte contestó que otorgarles derechos a unas personas no daña los de otras. Nada impide que las parejas heterosexuales sigan casándose. El condado de Polk insistió con que las parejas del mismo sexo no son las más adecuadas para criar niños y niñas. La Corte respondió que si el estado de Iowa pretende proteger a la infancia debería sacarse una ley que prohíba el casamiento de todas aquellas personas que efectivamente han sido condenadas por dañar a niños y niñas alguna vez (por ejemplo, aquellas personas que abusaron sexualmente de menores). Si en vez de hacerse esto se excluye a los gays y las lesbianas, sostuvo la Corte, entonces se trata de una decisión arbitraria contra un grupo social en particular. El condado de Polk sostuvo que el objetivo de limitar el casamiento a parejas formadas por un hombre y una mujer era promover la procreación, y la Corte le contestó que en ese caso las personas heterosexuales estériles tampoco tendrían que poder casarse. El condado de Polk sostuvo que el casamiento entre personas del mismo sexo va contra las creencias religiosas de la mayor parte de la gente que vive en Iowa. La Corte respondió que existen grupos religiosos que apoyan el casamiento para todos y todas y que además el Estado y la religión, según la Constitución lo establece, van por separado. No todas las cosas que dijo la Suprema, sin embargo, son favorables para las personas Glttb. Los jueces sostienen que la mejor crianza es siempre con un padre y una madre. Pero aclaran que esto no puede ser usado en contra del derecho a casarse porque muchas familias que no son Glttb están formadas por una sola persona adulta. Lo fundamental es que frente a todos los argumentos la Corte Suprema privilegió uno solo: la igualdad ante la ley.

El cambio que se produjo en Iowa no sólo tiene un impacto a escala nacional por el simbolismo de Iowa como estado representativo de la nacionalidad “americana”. El hecho de que la decisión se base en el principio de igualdad ante la ley sienta un precedente muy fuerte para decisiones futuras, y marca una estrategia que puede ser utilizada con éxito en otros estados (¿quizás en otros países también?). Aquí, la idea del “rule of law” (aplicación de la ley) es muy fuerte, y si la Corte Suprema de un estado tradicionalmente conservador señala una violación a la Constitución, eso tiene un impacto muy fuerte a escala nacional.

Los siete jueces plantearon ideas que se aplican a la constitución de la mayoría de los países. Según reza el documento que produjo la Corte, la igualdad ante la ley es el criterio de mayor relevancia para la Constitución, y por lo tanto ninguna ley puede violar ese principio de igualdad jurídica. No se puede legislar diferente para distintos grupos sociales sin violar la Constitución. Aun cuando la mayoría de la población esté en contra de esta decisión –explican los jueces–, la igualdad legal no puede ser sometida a votación. Se trata de un argumento central del que es posible aprender en cualquier geografía. En una democracia no se puede votar todo, algunas cuestiones fundamentales están garantizadas por la Constitución, y no pueden someterse a la decisión de la mayoría. No se puede votar si hay o no esclavitud, no se puede votar si hay o no hay igualdad de derechos entre varones y mujeres, no se puede votar la libertad de expresión. Y no se puede votar si las personas Glttb somos ciudadanos de segunda o de primera.

Pablo Ben, desde Cedar Falls, Iowa
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domingo, 5 de abril de 2009

En busca de la nueva iconografía gay


DIEZ FAMOSOS HOMOSEXUALES BRITÁNICOS ELIGIERON REFERENTES. NI MADONNA NI BECKHAM.
Resultaron electos sesenta referentes de la defensa de los derechos civiles. Los preferidos fueron Mandela, Milk, Bacon y Virginia Woolf, entre otros. La muestra será en la National Portrait Gallery de Londres, en el mes de julio.


Conocer a los referentes de figuras públicas gays permite explorar la historia social y cultural de la homosexualidad. Al menos en esa premisa se basa la exposición que prepara la National Portrait Gallery de Londres, que convocó a diez personalidades gays británicas para que elijan a los íconos que los inspiran. Además del músico Elton John, fueron invitados –entre otros– la campeona de tenis Billie Jean King, los escritores Sarah Waters y Allan Hollinghurst, el actor Ian McKellen y los lores laboristas Chris Smith, el primer político inglés que admitió su homosexualidad, y Waheed Alli.

Los electores seleccionaron personalidades en seis categorías: entretenimiento, arte, música, literatura, deportes y política. Y el resultado fue sorprendente: aquellos personajes que siempre aparecieron ligados al estereotipo gay, como Madonna, David Beckham y Kylie Minogue, quedaron afuera.

Quienes fueron elegidos son los artistas Francis Bacon y David Hockney, los escritores Walt Whitman, Virginia Woolf o Patricia Highsmith, el dramaturgo Joe Orton, el compositor Pyotr Tchaikovsky, la cantante k. d. lang y el conjunto musical Village People. En los retratos fotográficos que estarán en exposición también habrá lugar para referentes de la política mundial como el sudafricano Nelson Mandela y Lady Diana, la princesa de Gales. Además, estará, elegido por McKellen, Harvey Milk, el político estadounidense al que Hollywood dedicó el año pasado una película protagonizada por Sean Penn.

En el terreno musical, Elton John eligió al gran violonchelista y director de orquesta ruso Mstislav Rostroprovich, un heterosexual reconocido por su libertad artística y su militancia por los derechos humanos. Los resultados completos de la selección no se saben aún porque la galería se guardó algunos nombres para sorprender. Entre las imágenes en exhibición, 60 en total, habrá trabajos hechos por reconocidos artistas como el gigante pop Andy Warhol –que fotografió a su actor fetiche Joe Dallesandro–, Cecil Beaton, Fergus Greer y Linda McCartney, la fallecida mujer de Paul McCartney.

Iconos Gay, tal el nombre de la muestra, podrá verse desde el 2 de julio hasta el 18 de octubre. La directora de la exposición, Sandi Toksvig, aseguró que los visitantes se sorprenderán “tanto por las inclusiones como por las exclusiones” en la selección, y cree que algunos de los retratados estarán asombrados de ser íconos gay. La directora agrega: “Espero que la muestra anime a aquellos que siguen luchando por su sexualidad”. En ese sentido, desde la galería cuentan que la intención es ir en contra de los estereotipos y reconocer, a la vez, a las personas que, por diversos motivos, fueron fuente inspiradora para estas figuras.

Toksvig se basó en su propia experiencia: cuando hizo público su lesbianismo, fue maltratada; una situación en la que le resultó difícil encontrar un modelo, en particular uno gay. En aquel tiempo, eran muy pocos los casos públicos: estaba el de Martina Navratilova, y no muchos más. Una situación que también ha cambiado radicalmente y que la propuesta del museo espera poder mostrar.

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