domingo, 28 de diciembre de 2008

Príncipe gay en busca de un novio


El 15 de enero, la televisión británica llegará a un punto bien alto de originalidad bizarra: ese día, la BBC emitirá el primero de cuatro capítulos de un programa –que se está terminando de filmar en estos días– en el que tres príncipes no occidentales intentarán, escondiendo su identidad y viviendo como mortales plebeyos, encontrar a su media naranja en la ciudad inglesa de Brighton. Los participantes son: el príncipe Remigius de Jaffna, de Sri Lanka, que dijo tener la esperanza de hallar a una señorita “tan elegante como Lady Di”; el príncipe de los zulúes de Sudáfrica, quien, con un sobrepeso notable, precisó sin vueltas que su objetivo será enamorar “a una mujer muy bonita, sin importar su personalidad”, y el príncipe indio Manvendra de Gujarat, que, a diferencia de sus compañeros, no seducirá a potenciales futuras princesas, porque en su corazón sólo hay lugar para príncipes azules como él. Resulta que Manvendra (43), miembro de una de las familias más ricas de su país, es gay, y el primer heredero real del mundo que se animó a salir del closet. Su historia, no exenta de tristezas y tempestades por haber admitido su condición, merece ser contada.

Hace seis años, Manvendra ingresó de urgencia, víctima de una feroz crisis de nervios, en un hospital de Rajpipla, la tierra de la que es regente, al oeste de la India. Acababa de divorciarse de una hermosa princesa y su psiquis había naufragado por sentir que le había destrozado el corazón a una muchacha tan noble de espíritu como de sangre y, sobre todo, por la advertencia que le hicieron sus padres: “Pronto, vas a tener que casarte con otra”. El secreto, que había sepultado adentro de sí desde la pubertad, bajo toneladas de pudor, miedo, y culpa, volvía a torturarlo. Necesitaba alguien que lo escuchara, un oído que lo aliviara. Y lo encontró en el terapeuta que lo trató en su larga internación. “Desde que crecí, siempre me sentí atraído por los hombres”, le confesó. Se sintió más libre.

Tiempo después, el profesional se lo contó a la familia de Manvendra, que recibió la noticia como una mecha prendida que había que evitar que llegara a la dinamita, es decir: absolutamente nadie tenía que saberlo. El honor nobiliario estaba en juego. Los muros de silencio de la familia fueron útiles por cuatro años. En 2006, Row Kawi, el único periodista indio gay confeso, lo convenció de dar el paso decisivo que le cambiaría la vida para siempre: confesar públicamente su homosexualidad. Así lo hizo en una entrevista que le concedió a Kawi, y que fue publicada en un diario local. “Supe que estaba preparado para enfrentar hasta la peor de la circunstancias”, cuenta ahora el príncipe.

¿Qué sucedió entonces? Justamente, lo peor. Fue desheredado, expulsado de su familia y recibió un monzón de condenas de sus compatriotas, que no podían digerir la revelación. En la India, la homosexualidad sigue siendo perseguida penalmente.

Manvendra ilustra hasta qué instancias llegó la reacción de su pueblo: “La gente cortaba mi foto del diario donde se publicó la entrevista y hacía hogueras. Me declararon persona muerta”. El tiempo, por suerte para el príncipe, fue luego decantando el horror de su padre, el rey Ragubir Gohil Singh, hasta transformarse en comprensión, al menos la suficiente para readmitir a su único hijo como integrante de la familia. Así, este príncipe, que fue criado en un mundo que de tan lujoso y protocolar rozaba la fantasía símil Siddharta –al tomar agua, dos sirvientes le acercaban la copa y salió solo a la calle por primera vez a los quince–, cerró, y bien, un capítulo de su vida marcado por el peso de un tabú, y abrió otro dedicado a la lucha por los derechos de las minorías sexuales.

Manvendra creó una fundación –Lakshya–, principalmente dedicada a la prevención del sida en parejas gays. Además, es miembro de la Red India de Minorías Sexuales y fundador de la Red de Acción por la Salud Sexual, también de ese país. Este año participó de la Marcha del Orgullo Gay europea en Estocolmo. Sólo le falta conocer el amor verdadero, que espera conseguir en el programa de la BBC. ¿Tendrá acento british? Se verá.

Santiago Casanello
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sábado, 27 de diciembre de 2008

Más fuerte que el Absenta


Ella me toca la pierna por debajo de la mesa, ¿sabrá lo que está haciendo? Es el Absenta pienso y sigo una conversación imposible –como toda conversación bajo los influjos de este alcohol tan potente– sobre si tal es gay o no lo es, ¿y a mí me qué me importa, por qué me meto? ¿cuál es el morbo que se despierta por saber si alguien es gay o no? La cuestión es que ella –ella que vino a esta cena a contarle a su amiga sobre un affaire que mantuvo en no sé qué provincia con un fan– insiste en tocarme la pierna, ahora ya no con su pierna sino con su mano. Sabe lo que está haciendo, me digo, sabe al menos que me está tocando; lo que no sabe ella –y yo tampoco– es hacia donde vamos con esa mano apoyada en mi pierna derecha.

Por las dudas pido otra vuelta de Absenta. Y ella me pregunta, seductora ¿vos te exiliaste con tu madre en México, Albertina? Me quedo un segundo muda, acabo de estrenar una película sobre mis dos padres desaparecidos, bueno, puede no haberla visto, incluso mejor si no la vio ¿pero de dónde saca esto de México? y me doy cuenta…¡Me confundió con otra directora de cine! ¡Genial! ¿qué hago? ¿me paro y me voy? Es muy linda, puedo perdonarle el desliz, y si vuelve a decir mi nombre con esa boca tendré más bellas razones para perdonarla. Me quedo, a esperar ese sonido otra vez.

Antes de eso –quizás para olvidar el equívoco, yo también tengo mi ego– le robo un beso que me es devuelto con otros labios, no son los mismos con los que habla, estos son más tiernos, están llenos temor y deseo, están llenos de algo que me da miedo. Siento una inquietud en el alma, como si hubiese cruzado un umbral peligroso, siento ganas de llorar o de agarrar el auto y manejar hasta estrellarme contra una pared. ¿Y si en lugar de volver a besarla la ahorco y esto se termina acá? No es para tanto, son solos unos besos y estamos borrachas, nada de lo que estoy sintiendo es demasiado real, por lo tanto no hay que temerle.

Finalmente la dejo en su casa, me despacha en la puerta, luego de besos y más besos y eso es todo. Adiós para siempre, no me pidió ni mi teléfono y yo no tengo el suyo, ya nos volveremos a cruzar, en el mismo bar, con los mismos amigos y nos sonrojaremos por lo que hicimos, puedo vivir con esto, los años me han encallecido y el alcohol me pone demasiado tierna, pensé esa noche mientras me dormía y lloraba sin saber por qué.

Nunca había tomado Absenta y nunca me había enamorado así. ¿Cómo reconocer la diferencia? Al día siguiente le cuento a un amigo mis dudas y me dice "no, esa bebida es tremenda, yo la única vez que la tomé, terminé teniendo una noche de sexo desenfrenado con un compañero de la primaria que era recontra straight" yo ni siquiera eso, pensé, solo una confusión absoluta. En ese mismo día, me llama otro amigo –uno de los que estaba en el bar la noche anterior– y me dice a modo de amenaza "mirá que ella no es una más de tus minas, a ella la vas a tener que cuidar" ¿qué me está diciendo? ¿qué soy yo, un monstruo? ¿qué acaso tengo alguna esperanza con ella? La mezcla de Rivotril y Absenta me está haciendo pésimo, debería volver a la cocaína, me dije, y eso hice, durante los días que no me llamó.



Luego viene la parte en que vivimos como en un comercial de J&B o en alguna película de Tarantino –que pensándolo bien se parecen mucho– entregando nuestro ánimo a la fiesta desenfrenada porque encontramos el amor, porque la vida cuando emociona tanto se parece un poco a la muerte. Y así, en ese estado de felicidad sobreactuada, llegamos a casarnos –a unirnos civilmente para hablar con corrección– en el mismo bar en que nos conocimos.

… Y nos fuimos caminando a Machu Pícchu, y recorrimos París, y me hizo abuela antes que madre, y me mandó a la mierda cuando me puse insoportable, y la amenacé con irme a vivir al campo cuando algo me dolió y me abrazó tan fuerte que no pude, y me dijo que tengo los dientes más lindos del mundo, y le dije que me gustaba tanto que la quería, y le rezamos a la luna y al mar y a nuestros muertos, y me embarazó en un telo. Y descubrí que le gusta correr a la mañana y comer sandía a la tarde y mirarme cuando duermo y cambiarle los pañales a nuestro hijo.

Y descubrí que mi fiesta inolvidable es mi vida con ella, la madre de mi hijo, la que trabaja más de lo que yo quisiese, la que me confundió con otra, la que me hizo ser otra, la que me hace bendecir al amor cada mañana.

Albertina Carri
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sábado, 20 de diciembre de 2008

El día que Mafalda se hizo torta


El otro día pensaba en los héroes y me di cuenta de que héroes eran los de antes. Mafalda fue una heroína. Mi papá me regaló el Toda Mafalda cuando me dio otitis y no pude ir con él un fin de semana. Mafalda vivía con su familia, odiaba la sopa y leía el diario. Algún día trabajaría en la ONU y hasta quizá se casaría con Felipe, pero no lo sabemos, los rumores dicen que él es muy mayor para ella y que sólo tienen una buena amistad. Sea como fuere, Mafalda no tendría hijos, eso lo haría Susanita, quién sabe si con Manolito. ¿Y Miguelito con Libertad? Mmm, yo creo que Libertad estaba enamorada de Mafalda.

Mafalda fue mi heroína porque era niña y hablaba un lenguaje de adultos, como yo que no sabía lo que era Vietnam pero estaba en contra de los EE.UU. Y si me relajo un poco, empujo la puerta y lo digo: mi primer amor fue Mafalda. Digamos la verdad, Mafalda no era linda, ese pelo incontrolable y esas patas cortas que nunca crecían, pero si lo pienso bien no puedo negar su encanto.

Quizás Mafalda era la posibilidad de enamorarse sin que nadie se entere. Era una época de largas caminatas de recreo de la mano de Eva, una época en la que cuando corríamos Eva siempre ganaba. Corría muy rápido, me atrapaba, la risa explotaba y las maestras nos retaban por tanto escándalo. No me gustaba faltar a clase, quizás los quince minutos del primer recreo junto a Eva justificaban una mala nota en matemáticas, ella cruzaba su brazo sobre mi hombro y le dábamos la vuelta al patio, esquivando el mástil, y hablando inagotables minutos. Tenía la sonrisa más grande del grado y el pelo siempre recogido. Eva tenía unos ojazos marrones y las pestañas más lindas y sensuales de todo el turno mañana; de un sólo parpadeo lograba hacerme feliz, si hasta me hubiera inmolado en la puerta de la dirección con tal de que me haga más ojitos. Me acuerdo que en verano usaba bermudas y unos zoquetes blancos cortitos y yo podía ver sus piernas largas y flacas. No eran como las de Mafalda, pero yo me contentaba con poder verla cerca mío. No sé si a Eva le gustaba Mafalda, pero a mí me gustaba Eva.

María Schwartzer
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La duquesa roja


Si se fue de este mundo con una sonrisa en la boca, algo habrá tenido que ver su último gesto: casarse en legítima ley con su amada secretaria durante 20 años. Fue una salida espectacular de la escena del mundo para la duquesa de Medina Sidonia, una mujer de estirpe noble y moral revolucionaria que supo alimentar generosamente a las revistas del corazón.

Doña Luisa Isabel Alvarez de Toledo y Maura, vigesimoprimera duquesa de Medina Sidonia, una aristócrata atípica y polémica, murió a los 72 años de una neumonía la última primavera andaluza, en su palacio ducal de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Allí estuvieron todas las revistas del corazón, de chimentos, y también la prensa seria, que siempre estuvo atenta a su febril lucha y vaivenes políticos y sociales mientras vivió, con envidiable coherencia pero también contradicciones. Los medios masivos europeos, pendientes de las noblezas europeas como la revista Point de Vue, le dieron la tapa, destacando: “Toda su vida la duquesa de Medina Sidonia, la duquesa roja, reivindicó su anticonformismo: antifranquista, luego republicana durante el gobierno de Juan Carlos, termina sus días después de haberse casado con su secretaria”. Otros medios afirmaban: “La boda de la duquesa de Medina Sidonia en su lecho de muerte con su secretaria puede provocar una disputa legal con sus tres hijos”. Mientras todos se encargaban de subrayar el alto voltaje de nobleza de la protagonista: “Además de duquesa, era princesa de Montalbán, marquesa de Villafranca del Bierzo, marquesa de Los Vélez, consagrada tres veces Grande de España” afirmaba la revista Hola.

Todo lo que se esperaba de la reacción de los hijos de su primer matrimonio, a quienes casi no veía nunca, sucedió. Gabriel, el menor, confesó a Point de Vue: “Desde que supe que ella se casaría con su secretaria, en su lecho de muerte, me pareció que era típico de mi madre. No me sorprende, es como una pesadilla, ha tratado de despojar a sus tres hijos de su herencia”.

Una vez más, esta fumadora impenitente, de silueta frágil y mirada incisiva, decidió dar un último puntapié a la vida convencional. La duquesa, gracias a la ley española de 2005 que autoriza el matrimonio homosexual, pudo casarse en artículo mortis, con su secretaria y compañera desde hace 20 años, la alemana Liliana Dahlmann, de 53 años, con lo cual los trámites judiciales que inicien sus hijos durarán décadas, se supone.

Si esto es un escándalo de su vida privada, las rebeliones de su vida pública son similares. Según ella, su afán justiciero lo había heredado de don Antonio Maura, su bisabuelo, que fuera ministro de Alfonso XIII, y que renunciara en 1923, en protesta contra la llegada al poder de Primo de Rivera. De ese brote, la duquesa abrazó el antifranquismo declarado luego de un episodio que sacudió a la prensa europea y saltó a la notoriedad. Fue en enero de 1966, cuando ella trabajaba en la agencia France Press, y descubrió un documento secreto que revelaba que dos aviones militares norteamericanos habían entrado en colisión sobre la localidad de Palomares, cerca de Almería. Eso no era lo peor, sino que uno de esos aviones transportaba cuatro o cinco bombas termonucleares de l,5 megatones. Y más grave aún, 20 kilos de plutonio se habían desparramado contaminando las tierras. Mientras el generalísimo Franco, bajo las órdenes de Washington, trataba de esconder el affaire, Doña Luisa reveló el escándalo y organizó una manifestación de apoyo a los damnificados. Desde entonces, los campesinos del lugar la bautizaron “duquesa roja” y bajo ese designio escribió su primer libro, La Huelga, donde fustigó al poder franquista, y le costó un año de cárcel por injuria a la Guardia Civil y al jefe de Estado. El universo carcelario, a esta aristócrata con linaje desde el siglo XII, le provocó un shock brutal y antes de sufrir un segundo proceso se exilió en Francia, hasta el advenimiento de Juan Carlos, en 1976. Durante esos años balbuceantes de democracia siguió participando contra los agentes de la autoridad y en alguna turbulencia que le costó seis meses de libertad condicional, opta por canalizar su energía en un tema que la apasiona y tiene materia suficiente: la heráldica. Decide desde esos días hasta su muerte que se dedicará a la clasificación de incunables y los seis millones de documentos de su familia en su palacio de Sanlúcar, reconstruyendo la historia desde la Edad Media. Es allí donde estudia y hace un hallazgo insólito y lo proclama, algo que provoca otro escándalo mayor. Según ella, Cristóbal Colón no habría descubierto América, y en cambio, sí lo habían hecho marinos desconocidos oficialmente. Serían algunos marinos de origen moro, españoles y franceses en secretas incursiones. Algo más tranquila, en 1990, creó la fundación Casa Medina Sidonia con el fin de preservar los bienes más preciosos del palacio del siglo XVI y especialmente la valiosa biblioteca. Al mismo tiempo, su inquietud social la empuja a donar algunas de sus tierras a necesitados de la región, postura que le provoca furias familiares. Y en esos mismos días, otras furias oficiales luego de que, entrevistada por la Radio Cero, reafirmara su cariz republicano, al decir que el rey Juan Carlos era para ella nada más que “el señor Borbón, una figura decorativa, jefe de una monarquía bananera”.

En una pausa de tantas luchas, doña Luisa Isabel asiste en 1983 al casamiento de su hijo mayor, y allí conoce a la joven alemana Liliana Dahlmann. Hay un coup de foudre y se vuelven inseparables. Liliana se instala en Sanlúcar desde entonces hasta hoy, ejerciendo la función de curadora vitalicia de la Fundación Medina Sidonia. En abril de 2005, la duquesa había modificado el estatuto para que su compañera pudiera ser presidenta de la misma. El matrimonio in extremis consolida esa posición. Los hijos de la duquesa roja deberán tener paciencia, hasta que su viuda, que hoy tiene 53 años, desaparezca y puedan usufructuar de sus bienes. Hasta entonces no tendrán la propiedad, ni podrán beneficiarse por venderla ni compartirla. Por su lado, ya doña Luisa había explicado una vez: “A mis hijos siempre quise hacerles comprender dos cosas. Primero, que hay que ser honestos y vivir de su trabajo. Segundo, que poseer un título es peligroso pues se corre el riesgo de creer en un cuento de hadas”. Riesgo del que no puso a salvo a su amada Liliana, que, si no creía en príncipes azules, ahora bien puede confiar en el poder de las duquesas rojas.

Felisa Pinto
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Recordando tu expresión


Hermoso, elegante, ambiguo, sarcástico, vanguardista; Federico Moura fue todo eso y más: una estrella de rock que se maquillaba para salir a escena; un frontman capaz de poner al público a bailar cuando el resto de las bandas se plegaban al patrioterismo vacuo de la dictadura; un rebelde que se reía cuando pretendían insultarlo llamándolo puto pero que dejó en las letras de sus canciones esos guiños cómplices con la comunidad gay. El hombre que cumplió con la trágica paradoja de haber bautizado a su hija artística –la banda de rock que cambiaría la escena local en los años ’80– como Virus, para años después convertirse en la primera persona pública que murió a causa del virus del sida. A 20 años de su último acto, un recorrido emocionado por aquella superficie de placer que fueron su vida y su obra.

La figura de Federico Moura tendrá por siempre los elementos característicos de una estrella de rock. Hermoso, ambiguo, irónico, influencia innegable del llamado rock nacional, y por supuesto una muerte trágica que también es paradigma de la historia: la primera persona pública que muere de sida en Argentina. Todos elementos que juntos y perfectamente entrelazados hacen pensar más en una película que en algo que ocurrió de verdad. A 20 años de su muerte el legado de Federico no sólo es importante en cuanto a las innovaciones en el plano musical, sino también porque su figura se ha convertido en uno de los primeros iconos gays de importancia fundacional.

Así como la ciudad cuadrada que los vio nacer está atravesada por numerosas diagonales, la historia de Virus atraviesa décadas que marcaron al país y al mundo: dictadura, rock, desaparecidos, pop, la guerra de Malvinas, arte, homofobia, libertad, prejuicios, desprejuicios, discriminación y sida.

La aparición de este grupo dentro de la escena del rock nacional provocó toda una revolución. Nunca antes en la música vernácula se habían escuchado sonidos como los de la banda (con influencias de básicos pop como B52’s o Devo): se trataba de la primera banda moderna que sintonizaba el mismo canal de lo que estaba sucediendo fuera de la Argentina. Eran además los primeros en introducir el humor en el rock: se reían de sí mismos y del discurso del rockero. “Virus introduce la posibilidad de que el rockero no se tome en serio, no en esa situación de ‘rockero que se ríe de sí mismo’, sino que salía naturalmente, porque parecía que tenías que tener una canción pelotuda para reírte de vos mismo. Para mí es fundacional: cambió la manera de hacer rock”, dice Oscar Jalil, periodista e ideólogo de Tomo lo que encuentro. 19 versiones de Virus (2004), un disco donde bandas platenses grabaron versiones propias de canciones del grupo que los marcó. Fueron los primeros en llegar a las discotecas. Virus se podía bailar. Pero por sobre todo ninguna banda presentaba la estética ambigua de un frontman que no dudaba en jugar con la sexualidad desde sus letras, sus movimientos y su aspecto. Virus ponía en evidencia el sexo del rock: el rock era macho... y homofóbico. El ambiente del rock, en algún punto conservador, se vio sacudido de pronto por estos pibes de pelo corto, maquillados y con ropas extrañas. Ante la incomprensión de lo que veían, los rockers atacaron: son todos putos, decían.

El rock no estaba acostumbrado a estas canciones donde había cierta autoflagelación pero que a su vez manejaban la elegancia: eso era algo de Federico, algo que había en su forma de cantar, en su forma de moverse: una forma teatral, nerviosa, y una dicción muy marcada, exagerada. La relación del público con Virus y en particular con Federico, era de amor-odio: la gente los quería o los rechazaba con mucha fuerza. A la clásica dicotomía rockera duros-blandos, frívolos-de verdad se le agregaba esta arista sexual en la cual tácitamente se unía a la debilidad y a la supuesta falta de contenido (el no cantar sobre cosas “serias y comprometidas”) con la cuestión gay.

El aspecto y el despliegue escénico de Federico provocaba prejuicios no solo por parte de la prensa especializada, sino también del público y de algunos músicos. Se los atacaba por ser gays en obvia referencia a la homosexualidad de Federico. El era el líder, el que tenía más exposición, al que le hacían más entrevistas y el que aparecía más en la tele. Su imagen sexualizada pasó a ser la de la banda completa. Ojos delineados, hombreras, pantalones a cuadros, remeras ajustadas cortas, bien a la cintura, de terciopelo de cuadriculado blanco y negro. Muy a lo David Bowie circa Let’s Dance, el Bowie siempre ambiguo y juguetón con su sexualidad que ahora, además, se entregaba de lleno al pop bailable.

Famosa es la anécdota del festival Rock in Bali de 1987: antes de que Virus subiera al escenario Luca Prodan al terminar de tocar gritó: “Ahora viene la banda de los putos”. O el festival Prima Rock en la primavera de 1981 donde les tiraron con piedras y botellas. Los insultos y las escupidas eran frecuentes en los recitales de la banda. “Yo he estado con ellos en shows de la época en los que les han tirado naranjas y entonces Federico las agarraba y hacía jueguitos, se les cagaba de risa. Cuando estaba con ellos decíamos ‘ladran Sancho’, es decir les jodía pero les pasaba algo. Si a vos te jode la envidia del otro, te jode la tuya. Les gritaban putos y nosotros pensábamos y decíamos ¿qué les pasa con el puto que tienen adentro? Háganse cargo”, cuenta Alejandro Jalil, diseñador de la Marca New Order y amigo personal de los Moura. Quizá el rechazo tenía que ver también con eso ¿qué provocaría un hombre elegantemente hermoso y gay como Federico en la masa machistoide del rock local?

Si bien Federico nunca habló de su sexualidad algunos temas generaron una especie de contraseña con el ambiente gay. “Pronta Entrega” (del disco Locura, 1985) embellecía de una manera única el levante callejero: “Recordando tu expresión/ vuelvo a desear/ esas noches de calor/ llenas de ansiedad/ Sofocado por el sueño y la presión/ busco un cuerpo para amar”. Recordemos que en los primeros ‘80 el sexo en lugares públicos (baños, cines x, etc.) formaba parte de la cotidianidad del ser hombre gay y a su vez plasmaba una resistencia subterránea a la opresión brutal que se padecía. “Sin disfraz” (también de Locura) es la oda a la salida del closet a orillas del mar “A veces voy donde reina el mar/ es mi lugar llego sin disfraz/ por un minuto abandono el frac/ y me descubro en lo espiritual para amar.../ en taxi voy hotel Savoy y bailamos”. Estas letras, entre otras, perduran como guiños encantadores que forman parte de la historia. Como la tapa de Superficies de Placer, que con un diseño pop muy al estilo de la época, de colores estridentes, presenta también la imagen (dibujada) de un ambiguo culo azul y por debajo se imprime el sugerente título, toda una provocación. “Virus tenía eso, como una doble vida, y me parece que era muy difícil en los ‘80 reconocerse como gay, más allá de que estaba todo claro, además de introducir en una canción términos como taxi boy: fueron los primeros que hablaron de eso, los primeros en nombrarlo. Virus mostraba algo pero por debajo intentaba decir otro tipo de cosas e ir mucho más allá”, agrega Oscar Jalil.

En una entrevista con Clarín en 1985 Federico se preguntaba: “¿Qué es el gay rock? ¿Bowie? ¿Presley? ¿Jagger? Me parecen muy valiosos los movimientos de lucha con gente que se decide a defender los derechos de sectores aislados por necesidad. Pero Virus no hace una cosa lineal. No hay cotos porque a mí me interesa en la vida la integración. Jamás entraría en los campos del aislamiento, porque pretendo que nadie tenga que decir: ‘este es mi lado bueno, este es mi lado malo’”.

Una familia muy normal

Federico era el cuarto de un grupo de seis hermanos. Hijos de una familia platense de buena posición económica, su padre, Pico Moura, era un reconocido abogado; su madre, Velia Oliva, maestra y pianista aficionada. Todos los hermanos varones, incluido Federico, eran futboleros, hinchas de Estudiantes de La Plata y jugaban al rugby en el tradicional La Plata Rugby Club. Federico Moura formó su primera banda en la adolescencia: se llamó Dulcemenbriyo y arrancó en 1967. La ciudad de La Plata a fines de los ‘60 era un epicentro cultural y artístico, de arte joven, de gente joven. Una ciudad con algo que poco a poco se iba transformando en una tradición y que con el tiempo algunos catalogarían como movimiento. Era y es una ciudad con escuelas de arte, una ciudad universitaria con gente de todas partes del país y el intercambio era increíble. La música era el camino adoptado por cientos de jóvenes. Y cientos de bandas iban a crear un sello característico citadino que iba a hacer explosión con Virus. Se empezaban a formar grupos artísticos cada vez más complejos en los que no solo se trataba de hacer música.

Fiel a esta tradición Federico iba a construir su imagen y la de la banda atendiendo a todos los detalles, como una especie de visión “del todo” a lo Bowie, que armaba un concepto visual estético e ideológico que iba más allá de la música. Pero antes, y una vez disuelto ese primer grupo de juventud, viajó por Europa, Nueva York y Brasil (país que le encantaba y al cual siempre volvería) allí empezó a absorber nuevas ideas, nuevos sonidos, todo un bombardeo que lo marcaría en su camino artístico. Se instaló en Buenos Aires y abrió su primer local de ropa, llamado Limbo, donde diseñaba indumentaria. En 1977 volvió a viajar por el mundo y se instaló otra vez en Río de Janeiro. De regreso fundó su segundo local, Mambo. Al mismo tiempo, formó otro grupo, Las Violetas. Estaba instalado en Capital, y solamente volvía a La Plata por el grupo. Al vivir en Capital ese chico fino y elegante conquistó en seguida a ese mundo de “locos del tomate” que era el under porteño: Renata Schussheim, quien lo haría participar de sus performances, Jean François Casanova, quien actuaría en sus primeros shows, y Lorenzo Quinteros, que dirigió los videos Loco Coco y Soy moderno, no fumo.

En esa misma época, pleno 1977, su hermano Jorge, militante político, fue secuestrado y se encuentra desaparecido. Los Moura nunca hablaron públicamente sobre su hermano mayor y la noticia se dio a conocer poco tiempo después de la muerte de Federico.

La ciudad cuadrada

Todo ese movimiento cultural que había florecido en la ciudad de las diagonales fue serruchado por la dictadura. De la noche a la mañana todo quedó en la nada. “Eran tiempos nefastos de razzias en bares y boliches, tiroteos en las calles, muerte, paranoia. Vivíamos todo el tiempo en cana. Cada dos por tres te encontrabas con una situación de corte de pelo en la calle o más violentas. Te pegaban, te metían constantemente preso, habremos lavado muchas comisarías”, cuenta Pablo Tapia, actual cantante de 1000 Watts y voz líder de Marabunta, banda que se fusionaría con Las Violetas y daría como resultado a Virus. Continúa: “Entre razzia y razzia te fumabas unos porros y todos vivimos la persecución en Falcon y cuando se metían en tu casa diez monos todos encapuchados y cabeza contra el piso buscando hermanos, amigos, parientes. Fue una época muy densa con mucha muerte. Y de pendejos, muchos pendejos de entre 17 y 25, 30 años”. Los homosexuales de entonces veían cercenado cualquier intento de reivindicación o visibilidad. La solución era el exilio o en el caso de los más arriesgados los encuentros sexuales en lugares públicos. Quizás éste sea el macabro marco desde donde poder decir que más allá de la diversión y el baile Federico Moura representa, con el tiempo, una imagen de valentía al ponerse frente a un micrófono, vistiéndose como se vestía y cantando lo que cantaba. Dentro de la mal juzgada simpleza de sus letras era evidente una manera de ser que estaba ahí para el que la quisiera ver. Todo esto en un contexto que casi obligaba a la exclusión.

“De todo nos salvará este amor hasta del mal que haya en el placer.”

Wadu wadu fue el primer LP de la banda en 1981. Y la historia cambió. Aparecieron estos pibes con el pelo corto, pantalones ajustados y camisas de leopardo (toda una imagen revolucionaria) haciendo temas de dos minutos promedio. Lo seguirían Recrudece de 1982, en medio de ese “empujoncito” que la prohibición de la música en inglés durante la guerra de Malvinas le dio al rock. El tema emblemático era “El banquete” “Nos han invitado/ a un gran banquete.../ ...Han sacrificado jóvenes terneros/ para preparar una cena oficial,/ se ha autorizado un montón de dinero/ pero prometen un menú magistral”. Agujero interior (1983) fue el primer disco masivo de la banda y llegó con el fin de la dictadura. Después siguió el éxito con Relax (1984) con sonidos más tecno. Y la consagración fue Locura, de 1985.

No sólo en el rock and roll la historia empezaba a cambiar. Comenzaron los primeros pasos en el camino de la visibilidad; apareció la coordinadora de grupos gay en 1983 y los primeros boliches. Pero la policía seguía con las razzias llevándose a todo el mundo preso. La mentalidad opresiva no había cambiado.

Para grabar Superficies de Placer en 1987 Virus viajó a Río de Janeiro con familiares y amigos. Allí Federico sufrió una extraña neumonía que lo debilitó al extremo de dejarlo en cama durante dos semanas. Ante la insistencia de Marcelo, su hermano, y de su madre que había viajado hasta allí para pasar unas vacaciones con sus hijos, Federico fue al médico. Le aconsejaron hacerse un análisis de sida, una enfermedad descubierta hacía poco.

El resultado de aquel VIH dio positivo. Eran tiempos de discriminación violenta, tiempos de “plaga divina”, de “peste rosa”. La información que se manejaba en Argentina sobre la enfermedad era prácticamente nula. Los homosexuales eran señalados como los principales propagadores del virus. Era la chatura mental producto del desconocimiento y de años de una formación basada en la represión, la Iglesia, la incomunicación y el temor al otro. Y la homofobia que seguía estable sin importar cuál fuera el gobierno. Quizá por esto (quizá no) muchos periodistas que sabían que Federico tenía sida firmaron una especie de pacto de silencio, debido al escándalo que eso generaría en los medios. Pero alguien no cumplió, alguien quebró una promesa y la noticia corrió por todas las agencias del país.

Federico Moura murió de un paro cardiorrespiratorio el 21 de diciembre de 1988 en su casa de San Telmo. Su madre lo acompañó en su agonía.

Pese a lo que podemos imaginar, Federico quiso terminar su último disco con Virus en medio de un clima de desolación y de histeria reprimida por parte de sus familiares y amigos. Pablo Tapia recuerda esos momentos: “El se fue, se fueron a grabar Superficies de Placer si mal no recuerdo a Río. Yo soy arquitecto y me dijo: ‘Me voy por tres meses’. La idea era que le arreglara un departamento que se había comprado. Pero para mí él algo sabía. A mí me tiró un centro al despedirse, viste esas cosas como que ‘por última vez’ o una cosa así. Pero igual quería arreglar el departamento y se lo arreglé y mientras tanto hablábamos por teléfono. A los tres meses volvieron con el disco bajo el brazo a punto de editarse, y un día caminando por la calle eligiendo alfombras me lo dijo. Me lo dijo como quien dice ‘me compré una bicicleta’.

“–Tengo sida.

“–¿Cómo? –dije yo.

“A su vez el tema del sida era nuevo”, continúa. “Cada cosa en Virus es un cacho de historia. Y recién entonces se empezó a hablar del tema del AZT y otras cosas. Después vivió un año en ese departamento que yo le arreglé, y luego falleció. Fue una cosa muy fuerte y triste para todos.”

Pero lejos de ser sepultada con Federico la historia de Virus continúa fuerte hasta nuestros días. Con Marcelo como cantante (fue una insistencia de Federico) han grabado muchos discos más. No, este no es el final de la película; no, la historia no termina aquí. Muchos homenajes, tributos y reivindicaciones por parte de bandas actuales hablan de la importancia que tiene para la música actual el rock de Virus. Pero todavía hay muchas cosas de la banda y de sus inicios que hay que entender, rescatar y valorar. Todavía cuesta que se hable, no sólo de la homosexualidad de Federico, sino del valor simbólico e histórico que tiene un gay como líder de una banda en los primeros ‘80. Muchos fans de Virus. Muchos de los que reivindican la banda ahora –tanto público como bandas– y muchos historiadores del rock nacional insisten en que lo que importa es la música y el legado artístico, que Federico podía hacer lo que quisiera con su sexualidad ya que lo que trasciende es el arte. De eso no cabe duda. Pero es una mirada parcial, y que delata cierto prejuicio. Como si todavía hubiera un poco de miedo a reconocerse seguidor de “una banda gay”. Pero sucede que esta historia no es sólo rock and roll. Es mucho, mucho más.

Un espíritu vanguardista
Roberto Jacoby

A Federico lo conocí a principios de los ’70. Era un chico que había venido de La Plata, le gustaba el arte de vanguardia y frecuentaba el circuito que había sobrevivido al Instituto Di Tella. Nos hicimos amigos. Me acuerdo de que yo le compraba ropa porque él tenía un negocio con otro chico de La Plata que se llamaba Mario Lavalle, que también murió de sida. En los comienzos de Virus, Federico había hecho una serie de temas que no le gustaban del todo, y como estaba al tanto de que yo escribía, un día me llamó para que nos encontráramos. Entonces me dejó esas canciones que tenían letra, pero que no había grabado todavía, y que iban a formar parte de Wadu Wadu, para que yo les diera una mirada. Para ese momento, Federico ya tocaba en sótanos y lo hacía en plena dictadura, un año después de que uno de sus hermanos hubiera desaparecido. Yo armé algunas canciones nuevas en base al material que me había dejado y otras quedaron como estaban, y así se cocinó ese primer disco. Lo más interesante es que Federico generó un momento de música, de alegría, de baile, en medio de una de las situaciones más trágicas de la Argentina en la que bailar era casi una proeza. Wadu Wadu fue muy bien recibido, sobre todo entre la gente de la música, y fue muy inspirador para otros grupos. Pero eso no quitó que en un ambiente tan machista y cargado de testosterona como el rock lo miraran con recelo. De hecho, en un artículo que salió en la revista Humor, que era una revista que estaba supuestamente en contra de la dictadura, una periodista de rock señalaba, un tanto horrorizada, que el público iba a los shows de Virus con los labios pintados. A Federico le interesaba mucho la ambigüedad. No una definición claramente gay, sino la cosa más ambigua, aunque hay canciones como “Sin disfraz” en donde el chiste es muy directo (“en taxi voy Hotel Savoy” rima en un momento). También la tapa del disco Superficie de placer, en la que se ve un culo. Ese es el disco más ideológico de todos. Como también lo fue el show que hicimos en 1982, cuando arreciaba la guerra de Malvinas, y en el que Federico dio a conocer los temas del que iba a ser su segundo disco, Recrudece. Los violadores y Virus fueron los únicos grupos de rock que no se habían sumado a la euforia patriotera por Malvinas, de la que los demás grupos sí se habían contagiado sin darse del todo cuenta de que ésa era la euforia de los milicos. En algunas canciones de ese disco, Federico enfrentaba la situación de la guerra y la situación del rock ante la guerra, en un momento en que el rock era poco menos que la música oficial del país, ya que las radios tenían prohibido pasar música en otro idioma que no fuera el castellano. No por nada muchos temas de Virus estuvieron prohibidos. Y eso se debía, en gran medida, a la audacia de Federico, a su afán de hacer cosas que lo distinguieran del resto, a su espíritu vanguardista. Habitualmente se celebra de él su costado más cosmético, sus virtudes mariquitas, que haya sido el primero en maquillarse, el primer puto del rock argentino. Cuando en realidad él era un rockero en sentido estricto, un tipo que iba al frente y que era capaz de subirse al escenario y bancarse que los machos del público le tiraran latitas de cerveza. El verdadero rockero es el que rompe con todo. Y el rock sólo tiene sentido cuando es rebelde. Y él era un rebelde que no le daba tanta importancia al hecho de ser puto. Lo era y punto. Aunque serlo en la época en que afloró el sida no haya sido nada fácil.


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jueves, 4 de diciembre de 2008

Curioso caso de comportamiento homosexual en el reino animal


Aunque el comportamiento homosexual están bien documentado en numerosas especies animales, no deja de resultar curiosa esta noticia que nos llega de un zoológico chino. Una pareja de pingüinos gays macho, ante la imposibilidad de ser padres biológicos, ha intentado en varias ocasiones robar huevos a otras parejas mixtas de pingüinos de su mismo grupo.

La pareja intentaba disimular sus robos sustituyendo los huevos por piedras, pero los otros pingüinos detectaron el engaño y decidieron segregarlos del grupo.

Según explican sus cuidadores, independientemente de que constituyan parejas del mismo sexo, los pingüinos macho sienten un fuerte instinto de cuidar de su prole, lo que explicaría su conducta. Los cuidadores han decidido separar momentáneamente a la pareja del resto del grupo, mientras dura la temporada de incubación, para evitar mayores problemas.

La historia nos recuerda a aquella que sucedió hace pocos años en Alemania, cuando los cuidadores de otro zoo se empeñaron en separar a una pareja de pingüinos macho y forzar su apareamiento con hembras especialmente traídas desde Suecia para la ocasión. El proyecto, además de despertar ciertas protestas, fue abandonado ante la falta de interés de los pingüinos por sus compañeras del otro sexo.

Beijing - (Dos manzanas)
©2008 SentidoG.com

El Vaticano choca con la UE por el tema de la homosexualidad


Una polémica mundial provocó ayer la noticia de que el Vaticano se opondrá a un proyecto que prevé la "despenalización universal de la homosexualidad".

Se trata de una resolución que ya ha sido firmada por los 27 países miembros de la Unión Europea (UE), que el 10 de este mes, durante el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, Francia (presidente de turno del bloque) presentará ante la ONU.

En una entrevista con la agencia religiosa I-Media, el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, rechazó sin medias tintas el proyecto francés. Una "declaración política de ese tipo creará implacables discriminaciones", denunció Migliore, que destacó que "los Estados que no reconocen la unión entre personas del mismo sexo como «matrimonio» serán puestos en el banquillo y serán objeto de presiones".

"Todo lo que respeta y defiende a las personas forma parte de nuestro patrimonio espiritual y humano" y el "catecismo de la Iglesia Católica dice, desde hace tiempo, que hay que evitar toda marca de injusta discriminación contra las personas homosexuales", dijo Migliore. Sin embargo, añadió que el proyecto que prepara Francia "pedirá a los Estados y a los organismos internacionales de control de los derechos humanos que agreguen nuevas categorías [de personas] protegidas, sin tener en cuenta que, al adoptarlas, crearán nuevas discriminaciones".

Las declaraciones de Migliore, que también tachó de "indigna barbarie" la inclusión del aborto entre los derechos universales del hombre, crearon inmediata controversia.

Si bien por un lado resultó lógico el veto del Vaticano a la apertura de la ONU en cuanto al aborto, su rotundo no a la despenalización de la homosexualidad provocó gran sorpresa y durísimas reacciones tanto de asociaciones gays como de organismos que defienden los derechos humanos.

Estos, indignados, recordaron que las relaciones entre personas del mismo sexo son ilegales en más de 80 países del mundo y en una decena de países islámicos hasta son castigadas con la pena de muerte (como Arabia Saudita, Irán, Emiratos Arabes Unidos, Yemen, Nigeria, etc.) o con durísimas penas corporales.

Decenas de críticas cayeron sobre el Vaticano -evidentemente preocupado por un futuro reconocimiento universal de los matrimonios gays-, que fue acusado de tener una posición "cínica e inhumana" y de "ofender al cristianismo que representa".

Tal fue el revuelo que el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, se vio obligado a intentar calmar las aguas. "Nadie quiere defender la pena de muerte para los homosexuales como alguien quiere hacer creer", subrayó el sacerdote, que de todos modos respaldó la postura de Migliore y destacó que la Santa Sede no es la única en contra de la iniciativa, ya que, como ella, se han manifestado más de 150 países.

"Una contradicción"

Pero las críticas no se acallaron. Vito Mancuso, profesor de Teología de la Facultad de Filosofía de la Universidad San Raffaele, de Milán, consideró "una contradicción" la postura de la Santa Sede en contra de la despenalización de la homosexualidad. "Es incoherente con toda la defensa de la sacralidad de la vida humana en la que está comprometida la Iglesia. Hay una fuertísima discontinuidad entre esta postura y la defensa de los embriones o de las personas en estado vegetativo", dijo en una entrevista con el Corriere della Sera . "Se quiere evitar la condena penal y la Iglesia ¿qué hace? ¡Se opone! No se elige ser homosexual, se nace homosexual. Se defiende a los embriones, pero no a millones de personas que hasta arriesgan la vida. Me parece una señal preocupante", agregó.

Desde París, en tanto, el gobierno defendió ayer su propuesta, que será presentada en Nueva York por Rama Yade, responsable de Derechos Humanos. "La iniciativa de Francia se basa en textos ya existentes, y la idea no es crear nuevos derechos, sino hacer la despenalización [de la homosexualidad] posible", afirmó Eric Chevallier, vocero de la cancillería.

En tanto, en declaraciones al diario La Repubblica, Jack Lang, ministro de Cultura de la era de François Mitterrand, no dudó en considerar la negativa del Vaticano una posición "arcaica y reaccionaria que aleja aún más a la Iglesia de los jóvenes". Otro artículo del mismo diario de centroizquierda consideró directamente "una vergüenza" la postura vaticana, que, según opinó, induce a pensar que "la persona, según el representante de la Santa Sede, viene de todos modos después de la moral y después de la familia".

El diario turinés La Stampa opinó en forma parecida en su editorial y definió como "grotesco" el motivo dado por el Vaticano para oponerse a la resolución.

"El problema que le interesa a la Iglesia no es el derrumbamiento efectivo de la discriminación a través de la ley -escribió-, sino la situación [de estar en el banquillo] en la que se encontrarían los Estados que practican hoy leyes punitivas en contra de los homosexuales o que toleran a las personas homosexuales sin reconocer plenamente sus derechos."

Irán mantiene la pena de muerte

TEHERAN (ANSA). Irán mantendrá la pena de muerte para los homosexuales, sobre la base de la ley islámica, pese al documento que analizarán las Naciones Unidas sobre la despenalización de la homosexualidad, una iniciativa que fue rechazada por el Vaticano. Mohammad-Taqi Rahbar, de la Comisión de Justicia del Parlamento iraní, afirmó ayer que, sobre la base de la ley islámica "y las leyes divinas, en Irán la homosexualidad es considerada odiosa e inaceptable", por lo que se mantendrá la pena capital en estos casos. "Los extranjeros pueden decir lo que quieran, pero nosotros seguiremos nuestro camino, porque lo que hacemos sirve para prevenir la corrupción", añadió Rahbar.

Elisabetta Piqué
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