martes, 19 de diciembre de 2006

Beth Ditto: Sin reservas


"Gorda, lesbiana y feminista". Así se autodenomina, sin miedos ni complejos y a mucha honra, Beth Ditto, líder y vocalista del trío punk The Gossip, que el mes pasado se convirtió en la cantante "más cool" del momento, según la lista anual de la famosa revista New Musical Express. Ganándole a la gran candidata, Karen O, de Yeah Yeah Yeahs que recientemente visitó a la Argentina, es la primera vez que una mujer alcanza este puesto, algo impensado hasta el momento, si se tiene en cuenta que el año pasado hubo una sola entre los 10 primeros lugares.

"Prefiero que me llamen gorda. Me gusta esa palabra, aunque no es fácil para todo el mundo. No es fácil pero es divertido, porque nunca he encontrado a un cantante que haga de su gordura una causa. Para mí lo es, y me encanta ser portavoz de esta minoría, si es que a los gordos se nos puede considerar una minoría, que tiene que pasarse la vida luchando contra los prejuicios. A mí no me pesa ser gorda; forma parte de mi personalidad". Esta es quizás la declaración de Beth más difundida, aunque también habla abiertamente de su feminismo a ultranza y de su condición sexual. Sin embargo, hay quienes privilegian otra cosa: su voz, comparada a veces con la de Janis Joplin y otras con la de Aretha Franklin (si cantara punk), criterio definitivo para la elección de NME. Modesta, Ditto simplemente ha dicho: "Nunca he tenido una voz muy reservada. Intenté bajarle el tono pero no pude".

Una característica de Beth es su falta de complejos a la hora de elegir el vestuario. Si quiere, luce en escena un vestido de leopardo bien apretado, una minifalda de cuero o corpiños y portaligas que parecen que van a volar por los aires. "A veces la gente que se ocupa de mi imagen no se da cuenta de que yo no quiero lucir flaca ni chupada. No es lo que soy. Ellos dicen: 'Si usás esto vas a verte pequeña'. Y son pavadas. Yo quiero lucir bien, no pequeña, esa es la diferencia", explica ella. Y se sorprende cuando le cuentan que no pocos la ven como una sex symbol. "No me siento sexy. Soy una persona introvertida, de esas que dicen las cosas equivocadas en el momento equivocado".

¿Y quién dijo que no se muerde la mano del amo que da de comer? Enérgica y elegante, Beth es tímida en las entrevistas pero no se calla nada. "La industria musical teme a las chicas que hacen buena música pero no la venden a través del sexo", proclama. Y según ha contado, está trabajando en un nuevo video que dejó ver algunas diferencias con su compañía. "Quieren poner bailarinas. Yo me rehúso a que sean flacas: van a ser gordas. No quiero un manojo de chicas huesudas bailando a mi alrededor. Fin de la historia".

Beth nació en 1981 en la ultracatólica ciudad de Searcy (Arkansas, EE.UU.). Su infancia la pasó –con sus seis hermanos– en una de esas típicas casas rodantes, rodeada de familias negras. A los 13, y en compañía de un primo, mataba ardillas a los tiros para hacerlas a la sartén. Sus primeros contactos con el canto se dieron en los coros de gospel de las iglesias pentecostales o baptistas: "Tenía una tendencia natural a salirme del coro. Intentaba hacer lo posible para bajar el tono, pero no podía. Yo canto con todo mi cuerpo, y mi cuerpo siempre ha sido así de contundente", contó varias veces. Eran los tiempos en que le decían que los homosexuales y las lesbianas iban al infierno. "Yo rezaba: 'Por favor, Dios...' Me gustaban las chicas", recordó en otro reportaje.

Admiradora de Patti Smith, Mama Cass, Gladys Knight y Etta James, Beth fue una activista feminista entre las riot grrrls e integró el grupo The Need. The Gossip, según contó, llegó por casualidad. A Nathan Howdeshell y Kathy Mendonca, sus compañeros originales (ahora toca con Brace Paine y Hannah Blilie), los conoció en 1998. Al año siguiente se mudaron a Olympia. Ellos la animaron a empuñar el micrófono un día cualquiera mientras tocaban en el sótano. Tenían apenas tres canciones listas cuando consiguieron su primera presentación, que se prolongó por 15 fines de semana seguidos en el mismo localcito.

"Ese grupo con la cantante lesbiana y gorda que canta punk como si fuera blues", como se lo conocía, empezó a volverse popular. En 2001 llegó el primer álbum, "That's not what I heard". Después vinieron "Arkansas Heat" (2002) y "Movement" (2003). Y este año, "Standing in the way in control" (Green Ufos), donde denuncian la homofobia de los republicanos y exigen iguales derechos para las parejas gay. "El disco trata sobre nuestros amigos, sobre la importancia de ser uno mismo y seguir vivo haciendo lo que realmente te gusta", señala Beth, que también participa en el último disco de Peaches ("Golpeándome la cara con esa polla" se la escucha en lo que, según ella, es lo más heterosexual que ha cantado en su vida).

Con pocos años de existencia, a The Gossip (El Chisme) le atribuyen la virtud de haber redefinido el punk al devolverle el sello político que supo tener el género. Pero además, el trío refleja en su música bailable, influenciado por la new wave, el blues y el rockabilly, las experiencias de vida de sus integrantes y "los comentarios de gratitud de chicas obesas y gay que han nacido en el culo del mundo, contándome cómo hemos ayudado a que sus vidas cambien". Del galardón de NME, en tanto, Beth Ditto sólo ha dicho que se lo dedica a todos aquellos que, sin importarles los tabúes y prejuicios, se siguen buscando a sí mismos.

Cora Cáffaro
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domingo, 17 de diciembre de 2006

Muñecas rotas


Se sacó el pantalón y lo dio vuelta. Difícil será encontrar mejor metáfora para lo que, de ahí en más, sería su vida. Estaba solo. Y mientras enhebraba con poca destreza la aguja con la que pretendía chupar esos jeans a sus piernas delgadas, pensó que Lorena sonaba bien. Femenino y sin estridencias, como quería. Fue así que él, un chico esmirriado, mezcla de Burrito Ortega y Tortonese, dio su puntada inicial como travesti. Tenía la primaria apenas cumplida y la fantasía de, algún día, trepar a un micro y cambiar Salta por Buenos Aires, donde sería Lorena desde el vamos.

Estaba convencido, además, de que por estos lares, adosarse a la piel el relleno del corpiño que la naturaleza le mezquinó o endulzar el perfil de Peretti que portan todos los varones de la familia es tan sencillo como mentir, como decir que tiene 18 cuando en realidad tiene 16.

"Empecé a trabajar en la calle, en Salta, pero acá se hace más plata y yo necesito plata para cambiarme el cuerpo. Los clientes te lo piden", dice recién llegado/a a una pensión de la calle Humberto I donde cualquier clavo anida a una o más tangas, casi todas negras y rojas. Allí, en la única habitación con entrepiso de este edificio a ciegas con berretines de art decò, Cintia, un travesti que ya pasó los 40, recibe a los expatriados de sus provincias natales en este exilio iniciático con más gusto a infierno que a jardín de las delicias.

Según un informe sobre la situación de la comunidad travesti en la Argentina publicado este año bajo el título La gesta del hombre propio, el 16 por ciento de los travestis de la Capital Federal, algunas localidades del Gran Buenos Aires y Mar del Plata tiene entre 13 y 21 años. El mismo estudio señala que el 73 por ciento de los travestis que asumieron su identidad sexual antes de haber cumplido los 13 vive de la prostitución.

"Yo no miento. Si me preguntás qué hago, te contesto: 'Soy prostituta'. A mí lo que me interesa es la plata." Habla Paloma, garganta con arena, cintura arqueada y plataformas de corcho. Paloma, sólo por hoy. Fue Caricia,Salomé,Candela, Candelaria. Se viste de mujer desde los 12, cuando empezó a prostituírse en Orán, Salta. Tiene 17.

"El mayor problema es que primero son travestis y luego, si tienen suerte, son menores. Las travestis menores no transitan las etapas de la vida de sus pares no travestis. Escuchan música infantil en un hotel que comparten con otras travestis adultas mientras reciben la llamada del cliente y se pintan para salir a la calle en pocas horas –dice Josefina Fernández, antropóloga y coordinadora del trabajo junto a Lohana Berkins, presidenta de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT)–. De aquel hogar del que son expulsadas con apenas 12 ó 13 años llegan a un mundo de adultos para el que ellas mismas son adultas. Si son travestis, ¿qué importa que apenas estén saliendo de la niñez y sean tan vulnerables como
cualquier otro niño?"

En un libro anterior –Cuerpos desobedientes. Travestismo e identidad de género–, Fernández afirmaba que los travestis entrevistados dijeron haberse dado cuenta de su gusto por los varones entre los 8 y los 10 años. Para Fabio Rapisardi, investigador y activista del área Queer de la UBA, "no hay ni un dato psíquico, psicoanalítico, psiquiátrico o biológico que pueda decir que a determinada edad las travestis se manifiestan como travestis. La identidad travesti es una construcción y depende de múltiples factores. La misma cantidad de factores de los que depende la heterosexualidad."

Lohana, la principal referente de la comunidad travesti, pisó Buenos Aires a los 13. "Las cosas han cambiado pero las travestis menores de edad siguen pasándola mal. Además, en América latina y en la Argentina, en particular, las chicas asumen su identidad sexual siendo muy chicas, diría que antes de los 13 años. Por eso abandonan la escuela, son expulsadas de sus familias y tienen una corta expectativa de vida –dice–. En Estados Unidos y Europa, es una decisión que se toma más cerca de la adultez, con lo cual están mejor preparadas." "Es cierto que en el NOA (noroeste argentino) las travestis se asumen a una edad muy temprana. Puede tener que ver con que allá las personas de diversidades sexuales entran a circuitos donde la sociabilidad travesti ya preexiste como un modo de supervivencia y como un modo de sociabilidad concreta frente a la expulsión familiar –dice Rapisardi–. En zonas urbanas, la elección se da en edades más avanzadas. Si vas a Córdoba, a Rosario y a Neuquén, los otros tres lugares donde tenés fuertes poblaciones travestis, también tenés muchas menores de edad."

SEGUNDO DE GLORIA

"La prostitución es el segundo de gloria de las travestis", dice Lohana. Para la antropóloga Fernández, la prostitución es el único medio disponible para sobrevivir. "Es también el único espacio permitido para actuar el género que han elegido para el resto de sus vidas –dice en Cuerpos desobedientes–. En este sentido, el escenario prostibular tendrá una participación importante en la construcción de la identidad travesti."

Rapisardi cuestiona la asociación necesaria entre travestismo y prostitución. "Hay un discurso que dice que el erotismo travesti pasaría por la prostitución. Eso es falso. Las travestis construyeron alrededor de la prostitución un modo de subsistencia. Tienen un buen sueldo que quizá no tendrían yendo a limpiar una casa –dice–. Es que para ser una travesti, lamentablemente hay que ser prostituta. Eso de realización y plenitud es una condición para la subsistencia pero no una realización personal."

El itinerario de los travestis menores de edad que desembarcan en Buenos Aires es tan esquivo como sinuoso. Cintia suele recibir por unos días a los recién llegados que en cuestión de horas sueltan amarras con vuelo propio. "Las menores viven en sus provincias, se conectan con alguna referente o mai que las hace trabajar en esa zona las puede derivar a las capitales",
dice Rapisardi.

"El pasaje de la familia a la calle se hará siguiendo una modalidad organizativa que las travestis llaman pupilaje y que constituye una manera de regular las relaciones entre las travestis en el ámbito de trabajo. Es también el mecanismo a través del cual se socializa a las más jóvenes en cuestiones relativas a la prostitución. Las madres aconsejan a sus pupilas sobre los lugares donde pueden vivir, dónde pueden trabajar, cómo deben hacerlo, cómo son los clientes y cómo deben conducirse con ellos", explica Fernández.

TE ESCUCHO

"Del universo de chicos atendidos, las travestis menores de edad representan el uno por ciento –dice María Elena Naddeo, presidenta del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires–. El grupo de chicas travestis es quizás el grupo donde más obstáculos hemos encontrado para lograr una reinserción. En general, este grupo está atravesado por la explotación sexual como por procesos de desintegración familiar, desarraigos muy fuertes, migraciones. La mayoría proviene del norte argentino, y además son víctimas de discriminación."

Existe un programa que asiste y acompaña a los menores que son explotados sexualmente. Miércoles por medio, Gladys Lavieri, su coordinadora, espera a los chicos travestis en el sexto piso de Roque Sáenz Peña 547 con café y medialunas de manteca. La idea no es tomar el té sino lograr que aflore lo que los angustia. "Acá no hay necesidad de que se definan, trabajamos los matices que hay entre el blanco y el negro, sobre la idea del 'estar siendo'. La pregunta es: '¿Qué estás siendo hoy?'. Las ayudamos a tramitar el DNI y a que no descuiden su salud. Hay chicas que van al médico y no las atienden o cuando las llaman por su nombre de varón, se quedan paralizadas y se van –cuenta–. Muchas se escapan de sus provincias porque otras adultas les contaron que Buenos Aires es una panacea. A veces no se animan a volver. '¿Y si me ven así?', se preguntan, agobiadas."

Ana no es menor pero no se pierde las reuniones del Consejo. Tiene 25 y vino de Cafayate, "un pueblo de Salta donde a las 7 de la tarde te ponen música religiosa en la radio hasta las 9, imaginate". Para Ana, que hoy trajo el desconcierto que le provocó ver que algunas de sus compañeras del bachillerato para adultos no se dieron cuenta de que es travesti, la reunión de los miércoles "es como un grupo de autoayuda. Acá hablamos de lo que nos pasa con la policía, que a veces te para sólo por portación de cara. Yo soy promotora de salud de la Fundación Buenos Aires Sida y a veces no me dejan repartir los preservativos que les doy a las travestis que están por la calle. Acá saben que si no aparezco, estoy en la fiscalía".

"El artículo 81 del Código Contravencional sanciona la oferta y demanda de sexo en los espacios públicos. A las travestis menores no se las puede penalizar, pero igual se las llevan. Son la oferta. ¿Por qué no hay detenidos en la demanda?", se pregunta Lavieri. "Tenemos una fuerte discusión con los fiscales y la policía –reconoce Naddeo, la presidenta del Consejo–. Les hemos dicho que tienen que detener a los clientes. Es cierto que a veces ellos mismos terminan siendo clientes."

De madrugada y regándose el aliento con una petaca de anís, Paloma se vuelve más histérica y verborrágica que nunca. Dice que la cana sabe que es menor pero no le hace nada: "El día que llegué, salí a trabajar y caí presa. Al otro día, también y así, tres días seguidos. Pero ahora los saludo y todo. Algunos son clientes, otros son amigos. Yo soy de terror con los policías. Me pongo a charlar, les hago bromas, les digo: '¿Cuándo vamos al hotel?' Ya sé cómo desenvolverme. No tengo miedo."

En la habitación que comparte con otro travesti en el hotel de Humberto I –según ellos, por $650 al mes–, una cama de plaza y media lagañosa y mal estirada da cuenta de que allí no hay horario para el sueño. La ropa entra y sale de un bolso acodado en una silla y hay un espejo donde Paloma arrastra el labial por fuera del contorno de su boca. Sobre la repisa hay un balde de champán, un dvd desconectado y un Rexona Hombre en aerosol, bastión del cromosoma xy que le daría la razón a quienes sostienen que no se nace mujer, sino que se llega a serlo.

Marina Artusa
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El derecho a elegir el sexo

MIAMI.- ¿Es el sexo de una persona una cuestión de elección o de anatomía? Para los neoyorquinos, por lo menos, la polémica estuvo a punto de resolverse a favor de lo primero.

Hace unas semanas, y tras cuatro años de intenso cabildeo, Nueva York se disponía a permitir que cualquiera eligiera su sexo sin que mediara una operación genital a tal efecto.

La iniciativa surgió por el reclamo de grupos transexuales y fue recomendada por una comisión de expertos, que la remitió al Departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad para su consideración. Se basaba en el hecho de que algunos transexuales no tienen cómo pagar una operación de cambio de sexo, que cuesta entre 35.000 y 75.000 dólares (según de qué a qué vaya), no pueden hacerla por motivos de salud o no la consideran necesaria.

De aprobarse la norma, los nativos de la ciudad tendrían derecho a cambiar el sexo que figura en su certificado de nacimiento con sólo una declaración jurada firmada por un médico y un profesional del área de la salud que explique por qué sus pacientes deben ser considerados miembros del sexo opuesto y que deje en claro que el cambio será permanente. Para oficializar la metamorfosis, los solicitantes tendrían que haber cambiado de nombre y demostrar que han vivido un mínimo de dos años en su condición adoptiva.

El intendente Michael Bloomberg y la mayoría de los comisionados de la ciudad estaban a favor de aprobar la ordenanza, que pondría a Nueva York a la par de España en este tema, cuando, inesperadamente, el Departamento de Salud dio marcha atrás y vetó la iniciativa por "amplias ramificaciones sociales". Por lo visto, eliminar las barreras entre los sexos es más sencillo en la teoría que en la práctica. Sucede que en una sociedad organizada sobre la base de la separación anatómica de los sexos, la introducción de una definición basada meramente en el comportamiento o la preferencia creaba un atolladero burocrático. "¿Cómo meter a alguien con pene en una cárcel de mujeres?", se preguntó alarmado un funcionario del Departamento de Salud. Las dificultades no terminaban allí. Si era posible cambiar legalmente el sexo, nada podría impedir el matrimonio gay, puesto que bastaría con uno de los miembros de la pareja solicitara el cambio de sexo.

Con todo, Nueva York ha tomado en los últimos tiempos una serie de medidas destinadas a borrar gradualmente la frontera entre los sexos, según la definición clásica. Una disposición adoptada en enero establece que la asignación de camas en los refugios se haga teniendo en cuenta la apariencia de las personas y no su anatomía. Y tomando una decisión aún más provocativa, la Autoridad Metropolitana de Transporte acordó permitir que fueran los usuarios los que decidan qué baño quieren usar dentro de las estaciones.

A estas disposiciones se suma una tendencia, recientemente consignada en un artículo de The New York Times , donde muchos padres de niños pequeños que revelan una disposición hacia el sexo opuesto, asumen una actitud más permisiva que se traduce en dejar que los niños se vistan con ropa de mujer (y las niñas con ropa de hombre) si así lo desean. Las escuelas, por su parte, suelen aceptar la voluntad de los padres.

Esta decisión cuenta con el apoyo de muchos educadores y psicólogos que opinan que esta tolerancia ayudaría a controlar la depresión y las tendencias suicidas de los niños que manifiestan tendencias transexuales, aunque todos reconocen que no será fácil impedir las burlas de los compañeros si un niño aparece vestido de mujer o viceversa.

Lo cierto es que, a pesar de que aún se está lejos de aceptar la transexualidad como una condición corriente, los neoyorquinos responden con una mayor tolerancia a sus diferentes manifestaciones. Será porque, en esta Babel de razas, idiomas, acentos, creencias, atuendos y preferencias apretujados a orillas del Hudson, lo normal es precisamente la anomalía.

Mario Diament
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lunes, 4 de diciembre de 2006

Tengo algo que contarte


Desconcierto, angustia, decepción, deseo de protegerlos y de luchar contra la discriminación que los pueda lastimar. Cómo reaccionan y aceptan esa realidad los padres cuyos hijos se animan a decirles: "Soy gay".

Lo ricas que estaban esas rabas que habían pedido era el comentario principal hasta que Gastón S., 20 años, le dijo a su mamá que era gay. La confitería de Belgrano siguió con sus ruidos, pero a ellos les pareció que, de repente, todos se habían callado.

De alguna manera, Laura, su mamá, escuchó lo que hacía tiempo esperaba que el mayor de sus hijos, por fin, dijera en voz alta. Nunca presionó ni averiguó más de lo que él quisiera insinuar. "Lo único que me entristeció en ese momento fue escuchar: 'Sé que esto no es lo que esperabas de mí'. Porque supuse que Gastón no terminaba de asumir su homosexualidad y que estaría sufriendo", confiesa Laura, cuatro meses después de aquel almuerzo revelador. Su hijo siempre marcó sus propios tiempos sin dejar que nadie se metiera a husmear más de lo debido. Por eso, Laura se alegró que hubiera llegado el momento esperado. A lo mejor, ayudó que él se mudara a Buenos Aires para estudiar en la facultad. Porque la ciudad donde vive la familia, aunque grande, "no deja de funcionar como un infierno de miradas", comenta el chico. Tampoco le urge hablarlo con su papá: "Al decírselo a mi mamá, sentí que el tema ya fue".

A los 16, tuvo su primer enamoramiento no correspondido con un varón. "Pensé que tenía una enfermedad de la que me tenía que curar", se ríe. Y lo primero que hizo para sacarse de la cabeza al pibe que le hacía cosquillas en el estómago fue ponerse de novio con una compañera del colegio. No resultó. Ni fu ni fa. "Siempre estuve sereno, nunca me deprimí. Y tampoco buscaba tener sexo con cualquier pibe. No era eso lo que quería. De hecho, no tengo amigos gays. Mis amigos son todos heterosexuales. No me interesa encerrarme en un ambiente."

Gastón se sintió aliviado con la respuesta de su mamá porque durante mucho tiempo cargó con el temor de que sus padres "me dieran una patada y me dejaran en banda". Eso a su mamá, ni se le cruzó por la cabeza: "Es mi hijo, lo que más amo en la vida. ¿Cómo voy a lastimarlo de esa manera?". Pero no soporta la idea de que otros sí lo discriminen, algo que a él no lo inquieta tanto como toparse con ciertos límites: "A veces me duele no poder ir de la mano con mi pareja por la calle o no poder besarnos en un lugar público".

Salvo los padres que ejercen una cierta militancia acompañando a sus hijos, el resto de los consultados por Viva pidió reserva de identidad. No porque le den la espalda a la situación, sino para proteger a sus propios hijos de la homofobia que todavía sigue latente en nuestra sociedad. Irma Fischer es una de las que hace ya 10 años salió a dar la cara, cuando la confesión de la homosexualidad de su hijo varón provocó en ella un giro inesperado. Irma es una alemana de buen pasar que vive en la zona norte. Para ella, ser gay o lesbiana eran cosas que le pasaban a los otros, no a su familia. Pero un día, esa indiferencia sufrió un cimbronazo. Fue cuando Alfredo, su hijo, que anda por los 35 años, le dijo que era gay. "Fue un golpe tan duro que me enfermé. Mi mundo se había venido abajo."

Alfredo había emigrado a Alemania y en uno de los viajes de su mamá, decidió contarle la verdad. "Me habló como una hora seguida. Pero yo estaba muda, shockeada, caminaba de un lado a otro como una leona enjaulada", rebobina. No escuchó palabras. No había explicaciones posibles. Entonces, Alfredo le dejó sobre la mesita de luz una revista del Centro Nacional de Educación para la Salud de Colonia, Alemania, dirigida a padres de hijos gays.

Irma sentía que había perdido su hijo, y en medio de ese infierno, como un último manotazo, leyó durante la noche entera esa revista. "Me di cuenta de que entraba a un mundo desconocido. Supe que los gays no son personas anormales ni enfermas, sino que tienen una orientación sexual distinta y que por sobre todo, necesitan la comprensión y el amor de su familia." No se quedó quieta. Y dado que la situación no tenía retorno, "se generó en mí un fuerte deseo de ayudar a otros homosexuales y a
sus familias".

Ese fue el comienzo de la Agrupación de Padres, Familiares y Amigos de Lesbianas y Gays, que fundó junto a una mamá de una chica lesbiana, cuyos propósitos quedaron plasmados en la servilleta de una confitería. La agrupación –que a fines de setiembre cumplió 10 años– funciona como un grupo de autoayuda. En todo este tiempo pasaron decenas de familias buscando un espacio donde descargar angustias, dudas, temores: "Y hemos escuchado de todo –comenta Irma–. Hubo padres que dijeron hubiera preferido que mi hijo tuviera cáncer o que se hubiera muerto. Eran situaciones muy difíciles pero la mayoría salió adelante."

Eso sí, antes de darse a conocer públicamente, Irma reunió a sus íntimas amigas a tomar el té para decirles lo que iba a hacer. "Hubo reacciones muy curiosas, desde Ay, qué bueno, hasta Qué suerte que no me tocó a mí." Y este año, en su último viaje a Alemania, dio un paso más, que le costó horrores pero que pasó airosa: conoció a la pareja de Alfredo. "Creo que no tendré problemas de convivir con ellos cuando regrese a visitarlos", sonríe.

SALIR DEL CLOSET

La primera reacción de José G. cuando se enteró que su hija Noelia, de 25 años, era lesbiana fue abrazarla, decirle que la amaba y llenarle la cara de besos. "Uno siente que el mundo se cae. Se desploma eso que supuestamente es la 'normalidad'. Como padre uno no tiene incorporado el concepto de gay su vida; y si lo tiene, es en forma de prejuicio", admite.

Con su mujer, Ana, se incorporaron al grupo de padres y fueron haciendo su coming out, como ellos denominan; su propio salir del closet. "Los otros papás nos ayudaron mucho en momentos muy difíciles. Porque es innegable que algo se quiebra en la familia y lo que no queríamos era que el núcleo familiar se rompiera. Me aterraba la idea de perder a Noelia." Ana, su mujer, admite que le llevó tiempo reponerse. Aunque la noticia le cayó como un rayo, algo había empezado a sospechar pero a sus preguntas, Noelia respondía con silencios filosos. Hasta que estuvieron cara a cara. "Sentí que había fallado en su educación, que le había dado demasiada libertad. Me eché culpas. Estaba desesperada." Tanto que su vida se focalizó sólo en Noelia: "Todo lo demás, incluido mi otro hijo, pasó a un segundo plano".

Recién cuando pudo encontrarse con otros padres en su misma situación, sintió que la angustia se disipaba. Aunque el efecto fue encontrarse con los hijos que hacían junto a sus padres ese coming out. "Conocerlos, hablar con ellos, escuchar sus historias, me hizo dar cuenta de que todo lo que yo tenía adentro mío eran fantasmas. Pero, sobre todo, comprendí un poco más a mi hija." Su marido, José, considera que el tiempo fue el mejor aliado: "Cuando uno asume la realidad, empieza a caminar más firme".

Graciela N. es la mamá de Manuel, de 27 años. Nunca pensó que las cargadas que escuchaba en su trabajo hacia los gays la tocarían tan de cerca. Hasta que su planeta pareció explotar en mil pedazos una noche cuando Manuel le reveló que era gay. "Me derrumbé –simplifica Graciela–. Fue el comienzo de tiempos muy duros, de mucha confusión y tuve la difícil tarea de tener que comuncárselo a mi marido y a mis otros hijos." La primera reacción fue que Manuel hiciera terapia.

Hoy lo recuerda como una barbaridad. "No sólo porque era un chico re-sano, sino porque el psicólogo nos dijo que Manuel estaba como jugando un partido de fútbol cuyo resultado no estaba definido. Eso fue como alentarnos a rezar para que el partido termine a favor o en contra, cuando en realidad, estaba todo definido."

CONFESIONES EN EL BONDI

Si algo tuvo de original el anuncio de Nicolás R., 37 años, fue que lo dijo arriba de un colectivo. Y su mamá, Magdalena, por esos vericuetos defensivos de la psiquis, no escuchó. Pero sí acusó recibo al regresar a casa. Nicolás tenía 19 años.

"Con sólo pensar cuál iba a ser su reacción demoré en decírselo. Y no me equivoqué: tengo la imagen de ella tirada en el baño, abrazada a la bañadera, llorando. Para mí estuvo así como una semana." Madre e hijo se ríen con la anécdota. Pero nada era sencillo: hijo único, con un padre ausente, una educación católica férrea, muchos mandatos puestos en juego sobre él que de pronto estallaban. "Yo entendí a mi vieja. Su mayor temor era perderme y sintió que me perdía de la peor forma: con otro hombre." Magdalena acepta que se hirieron demasiado. "Estuvimos ocho años sin hablarnos aunque vivíamos en la misma casa. Toda mi angustia pasaba porque no había sido educada para esa situación. Yo tenía otra estructura: él tenía que casarse y tener sus hijos."

Aunque Nicolás no tenía dudas de que sus fantasías sexuales iban en esa dirección, aun así confiesa que "me llevó bastante tiempo entender si estaba contento con esto, si era lo que me gustaba, si podía seguir mi vida igual". La respuesta fue que podía. De hecho, con su actual pareja no pierden las esperanzas de adoptar y conformar una familia. Y Magdalena se regodea con la idea de ser abuela.

"En el único lugar donde no hablé mi homosexualidad fue en el trabajo. Simplemente, porque vivimos en una sociedad homofóbica donde ser heterosexual es lo que debe ser", aclara Nicolás. Sin que eso le quite el sueño.

Ismael e Irma Cigliutti son los papás de César, de 49, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Ismael, 80 años, un teniente coronel retirado del Ejército que maneja una fina ironía. Irma, de 77, alma mater, tiene la risa fácil. Tuvieron cuatro hijos, varios nietos. Ismael e Irma coinciden en que se daban cuenta de que César era gay pero ninguno se lo decía al otro. Secretos difíciles de guardar para gente que se asume unida y muy familiera. "No hubo un instante determinado, todo se dio naturalmente", resume Ismael. Y sigue: "No hicimos escándalos, ni pusimos el grito en el cielo. Lo tomamos como tiene que ser".

César agrega algunas señales que dejaba por el camino. "Cuando empecé a andar por el ambiente gay, un domingo, en el almuerzo, donde nos contábamos todo yo dije: 'No hablo más de mi intimidad'. Otro día largué: 'No me voy a casar con una mujer'." Nadie preguntó nada. Pero se le quiebra la voz, cuando recuerda una charla con Ismael: Me dijo las mejores palabras que yo podía haber escuchado: 'Sos mi hijo y yo te amo'." El momento más doloroso vino cuando César se enfermó de sida y había decidido no tratarse. "Para todos fue un tiempo de mucho sufrimiento. Los hermanos le pidieron que si no lo hacía por él, al menos, que se tratara por nosotros", lagrimea Irma.

Pero el tiempo, también, trajo sonrisas. Las que surgen recordando el día de la unión civil de César con Marcelo, su pareja. La primera que se realizaba en el país y en toda Latinoamérica. "A Marcelo lo queremos como un hijo más", sostienen Ismael e Irma.

DE ESO NO SE HABLA

Hay familias que toleran pero no admiten la homosexualidad de un hijo. Es el caso de Analía G., de 32 años. Cuando se fue a vivir con su actual pareja, otra mujer, la casa paterna fue un revuelo solapado. Ni el padre ni la madre ni el hermano dijeron nada, pero la desaprobación se percibía en el aire.

Norma, su mamá, asegura que fue y es mejor así: no hablan del tema. No quiere enterarse, no quiere saber. Tampoco va a mostrale malos modos a la pareja de su hija. "Pueden venir a casa, estar con nosotros, con tal que no se besen ni se abracen delante nuestro o de mis nietos", limita. Y así, Analía evita reuniones familiares o va sola a los cumpleaños. "No sé qué proceso estaremos haciendo como familia. Creo que cada uno hace lo que puede. Simplemente, se lo tragaron."

La decisión, la aceptación, el deseo. El salir del closet. Un jardín de pasiones con senderos que se bifurcan.

AGRUPACION DE PADRES, FAMILIARES Y AMIGOS DE LESBIANAS Y GAYS:
4765-5531//4567-7815.
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imf@peon4rey.com.ar
estemaral@hotmail.com

Alba Piotto
Revista Viva
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domingo, 26 de noviembre de 2006

Quince años sin Tom of Finland


Este mes de noviembre, en el que ahora nos encontramos, se cumplen 15 años de la desaparición del dibujante Tom of Finland. Touko -que así se llamaba en realidad Tom of Finland- nació en 1920, junto al mar, en la costa sur de Finlandia, donde pasó sus primeros años, en medio de un mundo rudo y salvaje, junto a granjeros, leñadores, vaqueros, y otros auténticos hombres de “frontera”, solitarios e independientes, inseparables de aquel medio natural. Su paso por las filas del ejército ruso en la II Guerra Mundial no hizo sino completar aquella visión con un contacto directo con ese otro mundo de pulsiones irrefrenables donde desahogar sus ensueños eróticos.

Tom creció entre estos hombres, entre machos símbolos de la virilidad, cuya atracción nunca podrá ya evitar y que tan hondamente impregnaron sus dibujos. De aquella etapa nunca olvidaría a “Urho”, aquel bellísimo granjero musculazo de bronceado perfecto, vecino de la infancia, al que espiaba –con un inconfesable deseo- memorizando cada flexión y contorsión de sus músculos poderosos, su malévola pero pícara expresión y, sobre todo, esa ya famosa sonrisa de labios sensuales.

Su ambiente familiar, en el que confluye el arte, la literatura y la música –de la mano de sus padres, maestros de profesión- ayudó decisivamente a modular y atemperar aquel sentimiento, afianzar su extraordinaria sensibilidad y convertirla en una manifestación artística poderosamente personal e inclasificable, como aquel mundo que le rodeó desde la juventud.

En 1939 comienza a estudiar publicidad en la Escuela de Artes de Helsinki. Su fascinación por el mundo masculino hace que su universo empiece a poblarse de tipos atractivos, de soberbios ejemplares varoniles que va encontrando al paso en los parques y callejones de la ciudad portuaria y cosmopolita en la que reside –obreros de la construcción, marineros, policías, moteros y los llamados hombres del cuero (“leather”)-. La Guerra mundial llena su cuaderno de soldados y oficiales, destacando especialmente esos irresistibles militares uniformados con los que frecuentaba el sexo en la oscuridad de los tensos y largos apagones ocasionados por los bombardeos.

Tras la II Guerra Mundial, Tom retoma sus estudios de arte, trabajando como ilustrador, pero también tocando el piano en salas y cafés nocturnos, lo que lo convierte en un habitante de la vida más bohemia y desenfadada de su ciudad. Viajero constante, suele frecuentar las “cruising áreas” de las ciudades y lugares por donde pasa, de donde toma muchos de sus personajes. Por fin, en 1953, conoce a “Veli”, el hombre con el que convivirá nada menos que durante 28 años.

En 1957 tuvo la feliz iniciativa de enviar algunos de sus dibujos homoeróticos a una popular revista americana de “músculos” (Physique Pictorial), aunque utilizando el pseudónimo de “Tom of Finland”, para evitar utilizar su difícil e impronunciable nombre finlandés (Touko Laaksonen).

Y tanto gustaron sus dibujos que el resto ya es historia.

A partir de aquel momento, deja escapar su imaginación y sus facultades artísticas, y dedica toda su atención a hacer realidad las fantasías homosexuales más salvajes, creando esos iconos del sexo homosexual más oculto y marginal -y por ello, más deseable- que con toda probabilidad jamás serán superados.

Se suceden importantes exposiciones por todo el mundo, convirtiéndose pronto en toda una celebridad gay internacional, junto a sus buenos amigos Etienne y Roberto Mapplethorpe. La muerte de “Veli” su inseparable amante y compañero en 1981, y la terrible irrupción del SIDA en su más íntimo círculo de amigos, hacen mella en Tom, pero continúa trabajando.

A pesar de la soledad y de la amargura, de la proximidad de la muerte, Tom siempre seguiría dibujando, aún en los duros momentos en que la enfermedad y la medicación hacían que su mano temblara demasiado como para ejecutar un trabajo a la altura de su prestigio. Touko muere finalmente en Helsinki en 1991 a causa de un enfisema.

Sólo desde la perspectiva de estos quince años sin Tom -cuyo 15º aniversario se ha cumplido exactamente el pasado día 7 de noviembre-, alcanzamos a comprender la profunda huella que este increíble artista ha dejado en la sociedad homosexual. Cuando Tom empezó a dibujar, el homosexual se identificaba más bien con cualquier respetable aspirante a convertirse en mujer o, a lo más, a imitarla. Treinta y cinco años después el homosexual se identifica, se personifica, sin embargo, en cualquier atractivo y varonil granjero, en el duro cargador o estibador del puerto, en un fornido marinero o policía o, sencillamente, en cualquier hombre símbolo de una poderosa y atrayente masculinidad.

La influencia de Tom en esa dirección no es ningún subproducto del arte. Desde el principio él se esforzó por mostrar con franqueza el mundo en que se inspiraba. Todo ello ayudó a forjar una imagen del homosexual asociada a la virilidad y la masculinidad de forma natural, en equivalencia con la de cualquier heterosexual. Por ello, debemos agradecer a Tom su inestimable contribución para crear un mundo en el que todos podamos ser más iguales.

Cuando le preguntaban a Tom si no se avergonzaba al mostrar en sus dibujos a hombres en aquellas actitudes provocativas, respondía, enfáticamente, diciendo lo siguiente: “Todos los días trabajo muy duro para asegurarme de que los hombres que dibujo practicando sexo sean verdaderamente el reflejo de personas que se sienten orgullosas y felices de lo que hacen”.

Gracias Tom. Te echamos de menos.

Jesús Flores – (Dosmanzanas.com)

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Franco Zeffirelli


ROMA (EFE).- El director de cine Franco Zeffirelli, de 83 años, devela que vivió un gran amor con Luchino Visconti, entre otras confidencias, en su Autobiografía , que saldrá a la venta próximamente y de la que anteayer publicó un resumen el diario Corriere della Sera .

El cineasta italiano también cuenta allí que de niño fue acosado sexualmente por un fraile, que su primer amor fue un compañero de colegio y que Aristóteles Onassis se le insinuó para romper su amistad con Maria Callas, única mujer de la que Zeffirelli estuvo enamorado.

El director nació, dice, el 12 de febrero de 1923 en Florencia y en el lugar de la partida de nacimiento correspondiente al padre dice NN, es decir, desconocido. Es que su madre, Adelaide Garosi, casada con un abogado y sastre de profesión, tenía relaciones con un "donjuán", como llama Zeffirelli a su padre. En medio del escándalo, el abogado murió y Adelaide encabezó, embarazada de otro, el funeral de su marido.

"Un escándalo terrible", escribe el director de cine que añade que su madre, una apasionada de Mozart, quiso darle al niño el nombre del aria de Idomeneo (Zeffiretti), pero que el funcionario del registro civil se equivocó y escribió Zeffirelli.

Su madre murió siendo niño y Franco se crió entre mujeres. La niñera, que era inglesa y se llamaba Mary, le enseñó inglés y le transmitió una perdurable pasión por Shakespeare. Varios de estos recuerdos de infancia los incorporaría en su film Té con Mussolini .

Zeffirelli cuenta en sus memorias que sólo unos diez años atrás reconoció públicamente su sexualidad. Fue en la ciudad norteamericana de San Francisco, donde admitió que había tenido experiencias íntimas con hombres. "Soy homosexual, pero no gay, una palabra que odio, que es ofensiva y obscena", afirma.

Y en ese punto del libro cuenta que cuando era niño e iba a un oratorio de Florencia fue acosado sexualmente por un fraile, que su primer amor fue un compañero de clase y que los otros niños, al darse cuenta, se burlaron.

Tras buscarle a Luchino Visconti una actriz que encajara con un determinado papel, el joven Zeffirelli entabló una gran amistad con el director. Fue el comienzo de una colaboración y de un amor "atormentado, roto, pero nunca apagado".

"Para mí, Luchino era el modelo de todo lo importante", cuenta Zeffirelli, que recuerda que la gran Anna Magnani le dijo en una ocasión que Visconti era "una serpiente" y que él, "naturalmente", no le creyó.

Visconti, relata en la obra, lo cortejó, mimó y vivieron juntos, pero ello no impidió que cuando en una ocasión le robaron en casa, denunciara a todo el personal que trabajaba allí, incluido Zeffirelli, una "bofetada" que todavía le duele.

También se refiere a su amor por María Callas, la única mujer de la que estuvo enamorado.

Cuando la soprano se enamoró de Aristóteles Onassis y abandonó la escena, Zeffirelli fue a la isla griega de Skorpios, propiedad "de aquel horrible Onassis", para convencerla de que volviera. Onassis, asegura, se le insinuó.

Al referir su amistad con Coco Chanel cuenta que la modista francesa le regaló doce diseños de Matisse que él pensó que eran buenas copias y después supo que eran en realidad, los originales.

"Me salvaron en los períodos de vacas flacas", confesó el anciano cineasta, que volverá a La Scala de Milán el próximo diciembre con una nueva Aída , la quinta de su carrera. Será, dice, "la Aída de todas las Aídas ".

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lunes, 13 de noviembre de 2006

Elton John: yo prohibiría la religión...


La religión organizada alienta la discriminación contra los homosexuales y otras formas de prejuicios, dijo el músico Elton John en una entrevista publicada el sábado.

"Creo que la religión siempre ha tratado de generar odio contra los gays. La religión impulsa el odio y el rencor contra los homosexuales", dijo John a la revista Music Monthly Magazine del diario Observer.

"Hay muchas personas homosexuales que conozco y aman su religión. Desde mi punto de vista, yo prohibiría la religión por completo. La religión organizada no parece funcionar. Convierte a la gente en lemmings llenos de odio y realmente no es compasiva", dijo.

Los lemmings son unos roedores en torno a los cuales gira el mito de que siguen ciegamente a sus líderes, al grado de que si estos saltan por un precipicio los demás siguen su ejemplo. Se emplean como metáfora para personas que cumplen órdenes sin cuestionarlas.

John criticó también a los dirigentes religiosos que no han tratado de resolver las tensiones y conflictos en el mundo.

"¿Por qué no sostienen un cónclave? ¿Por qué no se reúnen?", cuestionó el cantante.

John reconoció que las personas en su ramo también han sido poco activas en ese sentido.

"Es como el movimiento por la paz en la década de 1960. Los músicos llegaban a la gente saliendo a realizar conciertos por la paz. Pero ahora ya no lo hacen. Si John Lennon estuviera vivo lo haría con gran intensidad", dijo John.

Tribune-Review Publishing Co.
© 2006, La Prensa Asociada

domingo, 12 de noviembre de 2006

Marcos Zimmermann: Prohibido copiarse


Mientras expone una extraordinaria selección de tres de sus libros sobre la Argentina en la Fotogalería del San Martín, Marcos Zimmermann aprovechó la segunda edición de Buenos Aires Photo para presentar el material de su nuevo libro: desnudos masculinos que funcionan como retratos de Sudamérica. Pero la ocasión sirvió también para destapar un debate que recorría en silencio el mundo de la fotografía: el de los museos y coleccionistas limitando el número de copias de cada foto. Y la cruzada que se propone Zimmermann para combatirlos.


Durante la segunda edición de Buenos Aires Photo, la feria que tuvo lugar hasta hace una semana en el Palais de Glace, se reavivó una discusión insoslayable en el mercado de la fotografía contemporánea. ¿Debe limitarse el número de copias que un fotógrafo produce de sus obras? Marcos Zimmermann, que expuso ahí por primera vez una serie de fotos de desnudos masculinos sudamericanos en la que viene trabajando desde hace años, adoptó una actitud militante, y sus comentarios hallaron respuesta. Varios fotógrafos lo llamaron y se le acercaron para hacerle saber que estaban de acuerdo con él, “con lo cual supe que era algo que estaba en el aire”, dice. “Esta movida actual, con tanto coleccionista, tanto museo y fundación que se han dedicado a la fotografía, por un lado es muy positiva: nos da de comer, abre puertas –dice Zimmermann–. Pero tiene una contra: hay un apoderamiento de la fotografía por los códigos de la pintura. Se está usando hacer tres o cuatro copias, porque supuestamente preserva el valor, pero es antinatural. Una pintura es única, y esa cualidad es propia de su naturaleza: podés copiarla, reproducirla, pero no hacer la misma dos veces. Y lo que está en la fotografía es la reproductibilidad. Yo tengo treinta años de fotógrafo, y habré hecho diez o veinte fotos buenas, y no tengo ganas de que alguien se quede con tres copias de esas diez fotos y yo ya no las pueda copiar ni tener ni regalar a quien se me ocurra. Creo además que esta actitud presiona a la fotografía para convertirla en algo que no es, a intentar producir cosas ‘únicas’, y la estética se empieza a ir hacia ese lado. Hay fotógrafos que queman los negativos después de cierta cantidad de copias, con escribano público, lo cual me parece espantoso”.

Zimmermann entiende que defender esta posición es proteger lo que a esta altura significa para él la esencia de su trabajo: su potencial testimonial. “Entiendo el mercado y sé que es parte de la voracidad capitalista, y que ciertos coleccionistas quieren tener la casa en la mejor punta de la mejor montaña. Pero no por eso todos tenemos que correr atrás. Yo creo en la fotografía directa, en que la foto tiene una ligazón innegable con la realidad. Una de sus funciones más importantes es la de mostrarle una parte del mundo a la gente que no lo puede ver por equis razones; porque vive en otro lado, o porque no vio algo que sí ve un fotógrafo que está habituado a bucear con la mirada. Y eliminar eso para el futuro es un crimen. Muchos de los fotógrafos más importantes de hace 150 años no pensaban en la fotografía ‘de arte’, sino que laburaban; ponían su trípode y hacían sus fotos. Y a lo mejor eran retratistas de un pueblo. Gracias a esto, Buenos Aires tiene una serie de imágenes antiguas, hechas por encargo, que van desde la campaña de Roca hasta fines del XIX. El mundo del arte finalmente nos aceptó, pero con sus reglas. Y a mí me importa tres carajos que me acepten. Creo que si el año que viene estoy en Buenos Aires Photo voy a poner una gran caja y voy a vender fotografías por un peso. Para que haya muchas copias. Chiquitas, pero muchas”.

Cara de foto
En cuanto a los desnudos, “la idea era que no fuera el desnudo del músculo, del cuerpo, de la cosa gay y todo eso: éste no es específicamente un libro sobre gente bella. Quería que fuera gente normal en situaciones normales, y que de alguna manera se contara Sudamérica detrás. Hasta ahora he hecho Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, y Perú, y ahora voy a hacer Paraguay y Chile. Es complicado: hay que llegar a los lugares; y no es fácil, por ejemplo, hacer fotos con los cocaleros bolivianos desnudos. Pero con las fotos del Norte argentino aprendí a hacer retratos con gente que nunca se sacó una foto; a esperar y esperar hasta que a la gente que pone cara de foto se le empieza a caer la cara de foto, y empieza a aparecer la persona verdadera”.

Detras de la ola
En el texto introductorio a la muestra que puede verse en la Fotogalería del Teatro San Martín hasta el fin de semana próximo y que reúne una selección de las imágenes de tres de sus libros –Patagonia, un lugar en el viento (1991), Río de la Plata, río de los sueños (1994) y Norte Argentino, la tierra y la sangre (1998)–, hay una elocuente cita a Zimmermann: “Mis fotografías no pretenden describir la belleza de Argentina”. Habría que agregar “solamente”, dice el citado. “Porque también me gusta describirla. Lo que me molesta es que hay mucha gente que me dice Ay, qué bonita tu foto, y qué divina la ola rompiendo, y qué sé yo, y no es que me quiera hacer el serio, pero falta discusión. Cuando saco una foto trato de estar atento no sólo en el momento decisivo de la toma sino, contrariamente a lo que decía Cartier Bresson, en el momento reflexivo, anterior. Fui tres veces a la Costanera para sacar esa foto. Ya tenía el libro terminado y no quería publicarlo sin una sudestada, que es una cosa esencial al Río de la Plata”. Es esa búsqueda, dice Zimmermann, la que está perdiendo terreno a manos de cierta foto de “arte” contemporánea. “Pasa algo: el Primer Mundo está muy fotografiado. Entiendo que los alemanes hagan fotografía conceptual, porque Alemania está toda fotografiada. Entonces me parece posible que un alemán reflexione sobre el rollo de papel higiénico. Pero la Argentina es otra cosa, y cuando se importan tan de golpe ciertas cosas como es esta moda del arte contemporáneo en foto, uno termina fallándole al país en cierta medida, a lo más próximo. Es como si miraras una cosa que está lejísimos, sin ver el árbol que está delante. Uno tiene que ser un poco fiel a lo que es. Conozco a fotógrafos de afuera, autores a los que les cuesta encontrar un tema. Por suerte yo tengo un país entero para fotografiar. Y tengo cinco libros en la cabeza que si alguien me pagara las cuentas mientras tanto, los haría mañana mismo”.
“Se está usando hacer tres o cuatro copias de cada foto, porque así preserva el valor. Incluso hay fotógrafos que queman los negativos después de cierta cantidad de copias, con escribano público y todo. Pero eso es antinatural: es un apoderamiento de la fotografía por los códigos de la pintura.”
Su proyecto más ambicioso en este momento es uno que vendría a cerrar la secuencia que componen los libros expuestos en la Fotogalería. “Sería un cuarto libro en blanco y negro. Si el de la Patagonia es la tierra, lo más ancestral que tiene la Argentina, con cosas de 60 millones de años, el del Río de la Plata es la entrada de la conquista, y el Norte argentino es un tercer período histórico de la Argentina, que es la mezcla de sangre, las comunidades. Lo que quiero hacer desde hace mucho es fotografiar la Argentina hoy. Quisiera fotografiarnos: cómo somos, qué hacemos, cómo trabajamos; la salud, la educación, la vida cotidiana. Me parece que podría completar una mirada de la Argentina con un carácter más periodístico. Que incluso en lo estético fuera más tipo reportaje. Creo que la fotografía periodística ha dado buenos fotógrafos y muy buenas imágenes para entender este país. Tiene un gran valor y quizás sea con el tiempo lo único que quede, el único testimonio.”

Mariano Kairuz

Fotografia: Ismael Palomo, “En Punta del Agua, el paraje donde fotografie a Ismael Palomo, los gauchos usan esa chaqueta para protegerse del vinal (una planta que posee unas espinas enormes). Su abrigo y su sombrero de ala recogida los ayudan cuando deben penetrar en esos montes diabolicos”.

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miércoles, 8 de noviembre de 2006

Campaña para acabar con el acoso a niños gays en las escuelas de España


Fundación Triángulo contactará con 150 colegios y centros juveniles para presentarles el programa Hay un sitio para tod@s.

«Para gustos se hicieron los colores, todos pintamos». Es el mensaje de los carteles que se van a colgar en 150 colegios de secundaria de la provincia para luchar contra el bullying homofóbico; es decir, el acoso en las aulas por ser homosexual.

«Queremos movilizar a los profesores para que trabajen con sus alumnos la educación en la diversidad, ya que la Junta no lo incluye entre las asignaturas», aseguran en la Fundación Triángulo por la Igualdad de Gays y Lesbianas. Ellos ofrecerán material didáctico a través de su página web (www.fundaciontriangulo.es) e incluso la posibilidad de dar charlas en los institutos.

En dos semanas comenzarán a llegar las cartas invitando a los centros escolares a participar, ya que el insulto o el simple comentario son formas muy sutiles de violencia, pero pueden ocasionar graves problemas. «Prácticamente todos los homosexuales hemos sufrido la crueldad de los compañeros y, hoy día, es uno de las principales formas de violencia», reconocen desde el colectivo con preocupación.

Cinco preguntas a José Luis Casado de la Fundación Triángulo

-¿La situación es grave?
No, no hay que dramatizar. Los casos extremos de bullying son los menos, pero hay muchos comportamientos de rechazo y marginación a través del insulto que hay que desterrar.

-¿Cómo se les cuenta eso a los niños?
Nos dirigimos a adolescentes, pero incluso en primaria es una inversión rentable. No hay que hablar de sexo, se puede decir que hay chicos que tienen novia y otros que tienen novio, por ejemplo.

-¿Y cómo reaccionan los padres?
Es algo que se sufre en silencio, porque comentarlo en casa significaría salir del armario, y no todo el mundo está dispuesto a esas edades.

-Entonces, ¿cuál es el mensaje?
Que hay formas de amar. Hay que fomentar la diversidad en todos los aspectos.

-¿Qué papel juegan los profesores?
Deberían implicarse. En el silencio hay aceptación y muchos profesores consienten ese tipo de agresiones cuando callan.

RAÚL G. LÁZARO 30.10.2006
20minutos.es

martes, 7 de noviembre de 2006

Homosexualidad salvaje: ¿El reino animal salió del placard?


Los motivos del "costado gay" de los animales todavía no se conocen, pero con certeza, muchos copulan entre ejemplares de su mismo sexo. Una exposición noruega presenta las pruebas de este comportamiento, en fotos.

Los motivos no se conocen a ciencia cierta, pero algunas especies animales- además de la humana, claro- tienen sexo con ejemplares de su mismo género. Algunas teorías sugieren que lo hacen para dominar o para sociabilizar. También, la conducta se atribuye a la escasez de hembras o machos en el grupo. Sea por uno u otro motivo la naturaleza tiene su costado gay. Como prueba el Museo de Oslo, Noruega, exhibe una muestra de fotografías de mil quinientas especies copulando con animales de su mismo género. Horcas, pingüinos, gatos, perros, jirafas, entre muchos otros, figuran en el índice de la fauna homosexual, que se estima oscila entre un 2 y un 15 por ciento.

La exposición se llama "¿Contra la naturaleza?", a modo de réplica para los que afirman que el único animal homosexual puede ser el hombre. Se sabe, el resto no decide su inclinación sexual, simplemente actúa por instinto. Pero, que no lo hacen sólo con fines reproductivos es un hecho. En su naturaleza también existe el sexo por placer.

En 1927, Havelock Ellis estudió la masturbación de toros, cabras, ovejas, camellos y elefantes. Después, se habló de la excitación que pueden sentir los animales frente a los seres humanos, con el caso de los orangutanes que tenían una erección cada vez que veían pasar a unas señoritas frente a su jaula en el zoológico de Borneo.

Otro caso famoso fue el de los pingüinos alemanes que eran "pareja", y pese a la insistencia de los cuidadores en cambiar su orientación sexual- llevándole unas pingüinas suecas- persistieron en su homosexualidad. Su historia saltó a la luz porque activistas gays de todo el mundo tomaron partido en el asunto y defendían la libertad sexual de los animales. Los empleados del zoológico explicaban que no era una cuestión moral, sino que necesitaban que los machos del grupo ayudaran a las hembras en la tarea de reproducirse porque la especie de encontraba en extinción.

Más que amor, hormonas

La comunidad científica coincide en que la conducta no se debe a una cuestión afectiva. Entre las razones enumeran: establecer lazos sociales o un exceso de hormonas. El veterinario Néstor Fontán informa a Clarín.com: "En veinte años de profesión jamás vi un perro penetrando a otro. Un macho se puede subir u oler los genitales de otro, pero no es con un instinto de penetración o para tener sexo oral, lo hacen para ejercer un rol dominante en la jerarquía o para reconocerse".

Por su parte, Miguel Rivolta, el jefe de veterinarios del Zoológico de Buenos Aires, explica a Clarín.com: "Puede haber un aumento en las hormonas que los estimulen a hacer algo, pero no para formar pareja. Puede haber comportamiento en algunas aves, como los loros, pero no es para copular, si no que es un juego de conquista y si hay un servicio es porque están en época reproductiva y las hormonas estallan. No es una cuestión afectiva, no es que viven juntos y son felices".

Esta es la primera exposición artística que trata la homosexualidad animal como eje central. Seis mil visitantes ya la han contemplado entusiasmados, mientras que otros la han defenestrado públicamente. Uno de los que se opuso gritó: "Los creadores serán quemados en el infierno por exponer esta barbaridad". El biólogo noruego Geir Einar Ellefsen Soeli, uno de sus organizadores, afirmó orgulloso que la muestra ayuda a desmistificar la homosexualidad y declaró para los medios: "Buscamos rebatir todos los argumentos que señalan que es un crimen en contra de la naturaleza".

Lucía Bertotto
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miércoles, 11 de octubre de 2006

Alejandro Urdapilleta


"¿Cómo se llama... esa cosa de cuando la mariposa va volando y marca el signo de...? ¡¡¡La metáfora!!!"
Alejandro Urdapilleta


Si alguien alguna vez puede llegar a ser el mejor algo en algún ítem, creo que Alejandro Urdapilleta sería el mejor actor que nos ha dado esta república. También dirige varias de sus puestas, y escribe; poesías, obras de teatro... hay un libro de recopilación de textos suyos llamado "Vagones transportan humo". Y encima ahora está colaborando con Mabuse. Un honor realmente excepcional.

Hace unas semanas nos encontramos a ver una película, hablar de ella y grabar eso. Queríamos hacer una nota. En serio. Bueno. Otra vez será. Igual, esto había que desgrabarlo.

La película la eligió Urdapilleta. No la había visto, se la habían recomendado, tenía que verla, por algún motivo... era Felicidad, de Todd Solonsz. Aquí van sus comentarios mientras la película corría, y la botella de whisky decrecía notablemente.

-Nunca ví un lechazo en el cine, es la primera vez... ¡¡Que haya más!!
-Es como una película comunista hecha ahí, en la factory, e e u u.
-A estos nenes hay que matarlos, son los actores del futuro.
-¿Cómo me traés algo así, con paidofilia? Esto es cosa de Mabuse. Yo iba a analizar una película normal. Esto es una indecencia. Soy hijo de un general, es una falta de respeto, un horror, deberían prohibirla. ¿Y la iglesia donde está? ¡¡Beccar Varela: hacé algo!!
-(Susurros) Yo quiero entrar en la paidofilia... Chicos: llamen. Soy gordito, borrachín y divertidísimo. Me pongo la nariz y soy un clown re-loco.
-Qué buena película. Es una inteligencia total...
-Viva Bin Laden. Que salga grande esto.
-Qué fuerte. Qué buena.
-Qué asco.
-Qué inteligencia.
-Basta, apagá, me aburrí de esta película. No me gusta el cine, me gusta el gran hermano. Me aburrí muchísimo porque tiene una cosa de sketches, que es muy americana, y ahí está la trampa. Yo odio a los americanos. Odio lo yanki, te juro por dios, pero no es una idea, eh, ya estoy cansado que después que se le murió la madre comen juntos el estofado en la cocina, no les pasa nada, todo circula, y sigue, la escena del asesinato viene, ya sabés que viene viene viene, y vino, y ya pasó, y si no es este es el otro, no hay mucha opción, y después todo se rearma, y se rearmó y terminó. Andá a la puta que te parió. Todo con acento en la ó. Y encima hay una cosa que todo tiene que coincidir... horroroso. No, a mí me gusta mucho más la vida humana que la película, vida humana, carne y carne, sangre contra sangre, sandra y celeste, mujer contra mujer, es mucho mejor.

Entonces, claro, paramos la película, y seguimos bebiendo y conversando. La pantalla del televisor se detuvo, básicamente, en el gran hermano y un documental con jirafas. En algún momento pensé en la posibilidad de convertir eso, (esto) en una nota. Editarla. No. ¿Para qué? ¿Cómo? Pero en la transcripción literal me pareció encontrar algo. No se bien qué. Tal vez algo del absurdo de los mecanismos verbales. De ese vacío que reposa tras el verbo.

-El problema es el verbo. Como dice la biblia. Y ese es un grán misterio. ¿Por qué el problema es el verbo? Y, la biblia dice que en el principio es el verbo, y mirá cómo estamos, o sea que el problema es el verbo, porque es el principio de todo esto. ¿Cómo nadie averigua eso?
-Como viste eso que decía Burroughs que el lenguaje es un virus.
-¿Eso decía? No vivía yo en esa época. Ese era un burro, un drogodependiente...
-Y decía que el lenguaje era un virus que nos estaba puesto, y eso nos llevaba toda la vida en una dirección, así como si te inoculan un virus te lleva toda tu vida en una direccción, todo el funcionamiento de tu cuerpo y de tu vida lo lleva en una dirección, que termina matándote salvo que tomes muchas... eh... aspirinas, o no me acuerdo cómo se llama ese remedio que se hace con papa, ¿cómo se llama?
-Eeehhhh... paponia.
-No.
-La merquecha.
-No boludo, cómo se llamaaaa...
-La papusa.
-No, boludo, el remedio que uno toma...
-¿En base a papa?
-Sí.
-Nunca tomé. No, no no. Tortilla de papa he tomado muchísimo.
-Eeehhhh... La reputa que lo parió se me borró el nombre ese.
-¿Un remedio en base a papa?
-Lo que toma todo el mundo para las defensas.
-¿Para el sida?
-No, suponete que tenés gripe, ¿qué tomás?
-¿Aspirina?
-No. Me vino un problema...
-¿Remedio para qué?...
-Que te sube las defensas, y que te hace mierda el estómago.
-¡¡Antibiótico!!
-¡¡Antibiótico!! Eso. Totalmente.
-El antibiótico es una cagada, yo jamás tomo antibiótico. Odio el antibiótico.
-¿Pero viste que es en base a papa?
-¿Ah sí? No sabía. Mirá que genial.
-Entonces que como... hasta que no te tomás un antibiótico el virus te pone el cuerpo en una dirección que te lleva a la muerte, el lenguaje también es un virus que...
-Sí... yo creo que viene todo del lenguaje, mi amorrr, de una. Acá estamos viendo la jirafa, mirá la jirafa. Es... son nobles, son gente noble la jirafa, viene la tortuga, viene todo, viene eeehhhh... la gendarmería animal... son pre-ciosas, gente bárbara, cada uno con su uniforme, que se manejan bárbaro, y nosotros nos manejamos como el orto. ¿Por qué? Por la problemática del verrrrbo. Sí, es un invento. Como el sexo.
-El sexo es otro virus tremendo espantoso, eh...
-Es tremendo, y es todo un invento del verbo.
-¿El sexo es un invento del verbo?
-Yo creo que son condicionamientos. Que estamos armados, programados, como cuando entrás en una página y te cae un programa... ¡¡Sexo Gay!! Y ya tenés el ícono que podés apretar. Que vos no pediste eso, que te encajaron... Y ya se te puso en la computadora y ya está, y se te puso la carita del Sexo Gay, la carita que pide garompa, o el ícono de manito que pide, o culo que pide, porque el culo pide... eso es otra cosa... el culo habla, el culo es verbo... Pero el problema es el verbo: lo que quiere decir.
-Hoy pensaba, en función de algo que decís respecto de tener una vida comprometida con el sexo, en tres maneras del sexo. La gente que "curte" el sexo, que suele ser bastante imbécil. La gente que tiene un compromiso estúpido con el sexo, que no puede hablar nada del sexo, ¿qué podés hablar del sexo? no hay nada interesante que escuchar del sexo, vas a una entrevista y decís ah, garché con tal, puta, puto, es aburrido, que te cuenten garchadas es aburrido...
-Sí, y a quién le importa quien es puto...
-...compromiso imbécil con el sexo te cuenta anécdotas imbéciles sobre el sexo, es un embole. Ahora un compromiso de verdad con el sexo lo que hace es que vos hables de otras cosas de una manera más inteligente. Es decir un compromiso de verdad con el sexo te lleva a ser más inteligente. Esa inteligencia te puede llevar a un lugar interesante.
-Yo creo que me lo garché a Embón.
-Noo, no seas hijo de puta...
-Aaaaaahhhhhhhh...
-Aaaaaahhhhhhhh...
-Sí, sabés que yo creo que sí... ese sería el título de la nota: Yo creo que me lo garché a Embón... Tengo un recuerdo, de chico, con uno que era igual a Embón. Yo creo que era Embón. Te lo juro.

- Nos tomamos una botella de whisky y nos quedó corto...
-Tremendo... y no hay merca... ¿Queda vino?
-Sí, ¿querés? Hay dos botellas.

-Hay una cosa del hombre gay, de mezquinarle a la mujer lo que ella quiere. También está bueno eso, ¿no? No te voy a dar lo que vos querés. Tac. No, porque hay un chupadero de la mujer. Es antinatural. La homosexualidad es perversa. Debe estar prohibida.
-¿Nunca te dió curiosidad el prostíbulo?
-¿En qué sentido?
-De estar en esa energía.
-Sí, me gusta, pero me parece más loco la cosa gay de andar, eh, de cuando te das cuenta de que el hombre se prende, ehh, si vos estás en una murga por ejemplo, vestido de yegua, se prende en todas, te hacen pasar al patio, al cuarto de atrás, está la familia y vos pasás al cuarto de atrás, adelante de la familia, y vas al cuarto de atrás y hay un intercurso. Eso es loco.
-¿Te gustaría hacer cosas positivas a vos?
-No, no, solo cosas negativas.
-Decime algo: ¿Querés hacer cosa positivas?
-Eh, sí, me gustaría alguna cosa positiva, de repente un sorete grande grande me encantaría tener.
-¿Pero qué te gustaría de cosas positivas?
-Cosas positivas por ejemplo poner una bomba nuclear en Córdoba, en el centro del país, entonces que se explote todo, no se, para decirte algo...
-Sí sí, como positivo, ya que te apuro.
-Claro, tal cual, para decirte algo que me obligaste a decir.
-Ahora, gesto de micrófono, ¿esta actitud negativa tuya, es una pose?
-Sí desde luego, todo lo mío es pose.
-Porque vos lo que querés es la felicidad de la humanidad.
-Yo estoy podrido de la humanidad en realidad. Pero soy positivo. Es decir, no creo en nada, detesto todo lo que sea el ser humano.
-Yo te veo leyendo Oshu, Osho...
-Me encanta Osho.
-Ves, y después decís que no creés en nada.
-Adoro Osho. Creo en todo. Osho, Cristo... Me gusta todo lo que sea creer, las personas, patra luego poder... ehhh, cercenar. Todo lo que sea con raiz me encanta para poder sacar de raiz. Pero que exista. A mí, igual, todo me importa un carajo. Yo me tengo que lavar el culo cada vez que cago. Tengo que comer, lavar la vajilla, no es cuestión de Osho, ni de Hitler ni nada, somos gente grande, viste. Y todo eso son intelectualadas, todo eso es fabricación. No no no. Yo prefiero quedarme con el linyera, charlando con el linyera, y lo bien que hago. Y la jirafa del discóvery.

-Qué fuerte eso de avanzar la vida expuestamente. La cosa loca del actor, eso es muy loco, yo no me la banco. Y no por moralina, está bien o está mal.
-No, no.
-La verdad, qué delirio, ser Soledad Silveyra...
-Y pero vos sos actor. Te va a pasar, en un lugar te pasa, no en ese punto masivo, pero vas a ciertos lugares y sos Gardel, sos famoso y ahahaha...
-Sí pero me pasa al contrario, voy a lugares y todos me quieren meter merca, porque todos piensan que yo tomo merca. ¡¡No, no, no!! ¡¡Por favor, paren un poco con la cosa de la droga y el actor!!

-El espectador es lo de menos, porque no existe el espectador...
-¿No existe?
-No exiiiistee, noooo...
-¿Vos no pensás en el espectador para armar una historia?
-No existe el espectador el espectador está adentro del director...
-Bueno, un espectador imaginario y qué se yo, pero ¿vos no pensás cómo vas a manejar la atención de esa persona que mire la obra que estás construyendo?
-Sí sí sí sí, uno lo piensa, pero igual eso es lo elemental para contar una historia, no, porque si estás contando una historia a los nenes muertos de hambre, muertos de frío, les contás un principio, un nudo, un desenlace, para que entiendan...
-¡El cine yanqui!
-Es lo lógico, lo humano, y los yanquis lo utilizan...
-Porque ellos saben que todos somos niños con hambre y frío.
-Claro, es tal cual.

-¿Por qué será que a la gente del cine le gusta tanto... ehh... Sony? Esta película es medio Sony, como el largo de Sony. Pensada muy bien...
-Tenés razón...
-Sí, si yo los huelo.
-¿Sabés que tenés razón?
-¿Me estás gastando?
-No, es que no lo había pensado y es como vos decís. Totalmente. Un poco más sacada...
- Y, es la película...
- Sí...
-A los yanquis les encanta. No se que les gusta tanto... viste que dicen bueno hagamos una serie que sea real, que tenga puntos de conección con la gente, pero es mentira, no hay puntos de conección con la gente, es mentira, y les encanta a la gente...
-Nooooo, que van a tener puntos de contacto, noooo... bueno, lo que tienen es que son ingeniosas, pero es el imperio del ingenio, y el ingenio es una cosa espantosa.
-Espantosa. Y en la vida misma, eh.
-Sí. En la vida es como una herramienta, que a veces te puede ser util, pero cuando te montás ahí...
-Tal cual...
-...fuiste, es una imbecilidad.
-...es rock an pop, es una pelotudez...
-Sí, el ingenio es un asco, y Sony es el imperio del ingenio.
-Sí, el imperio del ingenio. Por eso, está muy bien escrita la película, y es maravillosa, otro día la voy a terminar, pero hoy no porque tengo tortícolis.
-¿Tenés tortícolis en serio?
-No, ni en pedo. Nunca tuve tortícolis.
-¿Nunca en tu vida?
-Nunca.

Javier Diment / www.mabuse.com.ar

Las Pijas


Pijas colgantes
sembradío de garchas
huevos al acecho
pijas enroscadas adentro de los calzoncillos
Vergas, garompas
pingas deliciosas encremadas
ojetes revueltos
cactus almibarado
despliegue de pijas circuncidadas
y el intenso bulto
que rompe rutas arremolinadas
rodantes
con pendejos como rodetes
rodeando como rastrojos
suspensores en la terraza
concurso de a ver quién acaba más lejos
guascazos en las puntillas de los manteles
porongas
en las bocas de los coroneles
Chorgas
zodapes
pedazo de mampostería
gauchos con solo huevo
pijas de los vestuarios
sacudidas de algarabía
mingitorios
crematorios
panqueques, morcillas
condones pinchados
862 pijas por metro cuadrado
pijitas fláccidas de los mormones
y millones de pitilines
Pijas y más pijas
pijas negras, grossas
con olor a rosas
pesadas, de varios kilos
aceitadas, de doble filo

pijas blandengues
frías, verdes, de cura,
con sabor a culpa
por que se les pone dura.
Tres pijas en el desayuno
ocho a media mañana
tres o cuatro para el almuerzo
y durante la tarde nada
pero a la noche
pijas a granel
pijas llenas de bríos
de gran poder adquisitivo
pijas que asoman la cabeza
con el movimiento del colectivo
Gansos a diestra y siniestra
garchas de doble pechuga
y bananas con sabor a miel
yo quisiera que todo esto
me lo dé la pija de él.

Alejandro Urdapilleta / 1994

sábado, 7 de octubre de 2006

Dos hermanitos, con la guarda de un transexual


Dos hermanitos de uno y tres años que se encontraban en estado de abandono fueron entregados en guarda provisional a un transexual, por disposición de un juez.

La resolución fue tomada por el juez de menores de Río Cuarto, José Varela Geuna, quien dijo que confió las criaturas a "María Belén" Ochoa, un travesti que vive en la localidad cordobesa de Holmberg, ubicada a unos 250 kilómetros al sur de esta capital.

El magistrado aclaró sobre su dictamen: "Nada tiene que ver la guarda con fines de adopción. Es una medida tutelar, provisoria, en resguardo de los niños que ya tenían con «María Belén» un vínculo anterior, ya que los papás biológicos -separados- solían dejarlos al cuidado de esa persona, con la que ya se había generado un vínculo".

Explicó: "La intervención del tribunal ya venía desde tiempo atrás, a raíz de determinadas situaciones en que estos niñitos con sus papás habían sido colocados en situaciones de riesgos, de negligencia continuada".

Sobre la condición sexual de la guardadora, Varela Geuna dijo que no hizo ninguna valoración, sino "su capacidad para dar afecto a los niños, mucho más allá de su condición sexual. La impresión personal fue inmejorable: una persona con una capacidad de amor y afecto para el cuidado de los chiquitos".

"María Belén" manifestó: "Es como tocar el cielo con las manos". Y agregó sobre la decisión judicial: "Tengo disposición para cuidarlos como una madre a estos chicos".

"A esta altura del partido, si me los sacan, yo creo que me muero. Porque es lo más maravilloso que te puede pasar en el mundo; amo a los chicos", expresó.

En 1994, la justicia argentina falló por primera vez en favor de un transexual, Mariela Muñoz, para autorizar la guarda de menores.

Sábado 7 de octubre e 2006 LA NACION/ARGENTINA

lunes, 2 de octubre de 2006

Expertos aseguran que el desarrollo de niños en parejas homosexuales es normal


El desarrollo emocional, cognitivo y afectivo de los hijos criados por parejas homosexuales no difiere de los que han crecido con parejas heterosexuales, según refleja un estudio elaborado por la Decana de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, María Vicenta Mestre.

El estudio, realizado sobre los estilos de crianza de 1.400 chicos entre 9 y 13 años, indica que la estabilidad emocional y capacidad de control es independiente del sexo de los padres.

Padres y madres homosexuales ejercen sus funciones paténtales de cuidado, afecto y orientación del mismo modo que los heterosexuales, según recoge el estudio.

Por ello, los niños criados bajo este modelo familiar desarrollan su conducta social, su inteligencia, capacidad afectiva y comportamiento sexual como cualquier otro niño o adolescente, sin que su orientación sexual se vea afectada por la de sus padres, según las mismas fuentes.

De hecho, las conclusiones del informe reflejan que la probabilidad de que estos niños sean adultos gays no es mayor que la de los niños de padres heterosexuales. (La tasa de prevalecía es similar a la de la población general, un 10% aproximadamente).

Este análisis es uno de los temas que integran el calendario de ponencias del próximo Congreso Nacional de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, que se celebrará del 16 al 19 de septiembre.

En los últimos años, la familia tradicional ha dejado paso a nuevos modelos familiares (padres separados o divorciados, parejas de hecho, parejas homosexuales, adopciones) que lógicamente influyen en el crecimiento de los hijos y en la formación de su carácter.

Para Mestre, la transmisión de valores, capacidad de control, orden, y afabilidad por parte de los padres hacia los hijos son los puntos fundamentales sobre los que los chavales desarrollarán su comportamiento y conformarán su carácter.

Esto debe llevarse a cabo en un entorno afectivo estable, sin críticas ni rigidez excesiva, pero marcando límites y normas familiares propias, con independencia de la presencia de uno o de ambos progenitores o del sexo de los mismos.

GayBarcelona.net

Una pareja gay logra la primera adopción de un bebé catalán
Un matrimonio gay, residente en la provincia de Barcelona, ha logrado por primera vez en Catalunya la adopción de un bebé, según confirmó ayer la consellera de Benestar i Família, Carme Figueras. El bebé, que aún no ha cumplido el año, lleva viviendo con los dos hombres desde antes del verano. La pareja pasó con todos los parabienes el periodo preadoptivo y el juez le ha otorgado la custodia definitiva del menor.


Es la primera adopción de estas características que se formaliza desde que en marzo del 2005 una modificación del Código de Familia de Catalunya permitió la adopción a las parejas gays y de que en julio del mismo año una modificación del Código Civil español legalizó el matrimonio de los homosexuales y les otorgó todos los derechos, incluida la adopción de menores.

La noticia fue recibida con satisfacción en los distintos colectivos y asociaciones de gays y lesbianas de Catalunya. "Es uno de los más importantes logros de la igualdad legal conseguida por el movimiento homosexual", señalaba ayer en un comunicado la Coordinadora Gai-Lesbiana. "Ahora --proseguía-- todos los niños, con independencia de la orientación sexual de sus padres, tendrán los mismos derechos, el mismo grado de protección legal y las mismas oportunidades".

2.173 NIÑOS EN CENTROS
Los padres del bebé ahijado quieren permanecer en el anonimato, precisamente para velar por los derechos de su hijo. Y el bebé, en todo caso, ha topado con la fortuna de una sólida familia en un lugar, Catalunya, donde 2.173 niños residen en centros de la Administración.
Además, si hasta hace poco era difícil adoptar a un bebé en Catalunya (de ahí la pujanza de las adopciones internacionales) porque no había recién nacidos desasistidos, ahora sí los hay. Cada mes nacen en los hospitales catalanes un promedio de 10 niños sin familia. En unos casos porque su madre renunció al bebé (36 entre enero y junio de este año) y en otros (22 recién nacidos en el mismo periodo) porque la Generalitat quitó la tutela a los progenitores por su incapacidad para criar al menor.
La consellera Figueras, que ayer inauguró el primer Foro Internacional de Infancia y Familias que se celebra hasta el próximo martes en el edificio central de la Universidad de Barcelona, subrayó que, contrariamente a lo que algunos sectores conservadores vaticinaban, la reforma legal que permitió a las parejas de un mismo sexo formalizar procesos de adopción "no ha causado un alud" de solicitudes, ni ha representado ninguna ruptura social, como demuestra el limitado número de solicitudes presentadas.

28 PETICIONES
Desde que las parejas gays pueden acceder a la adopción se han presentado 28 solicitudes en Catalunya, de las que 20 son parejas de hombres y ocho de mujeres. De ellas, 24 parejas aspiran a una adopción nacional y las cuatro restantes a tener un menor en acogida.
Figueras dijo que esta puerta abierta a la paternidad homosexual reducirá las adopciones encubiertas que se hacían hasta ahora. Para ser padres, uno de los miembros de la pareja solicitaba la adopción, ya que las familias monoparentales nunca estuvieron excluidas del proceso. El problema surge con el otro miembro de la pareja que no tiene ningún vínculo legal con el niño con el que sí disfruta de un vínculo afectivo.
La titular de Benestar i Família reiteró que en las adopciones debe valorarse únicamente si la adopción es lo mejor para el menor. "Lo más importante es que sea un beneficio para el niño, que se tenga la seguridad de que será querido, cuidado, respetado y que no se le maltratará". Unos derechos, comentó Figueras, que en ocasiones no son respetados en el seno de las denominadas "familias tradicionales".

VETO EN OTROS PAÍSES
Que las parejas gays opten más por la adopción nacional que por la internacional es muy lógico, puesto que la mayoría de países susceptibles de disponer de niños para adopción (Rusia, China y Etiopía son los principales) no aceptan a los matrimonios homosexuales. No obstante, bastantes parejas sí han conseguido adopciones en esos lugares a base de realizar la petición como familia monoparental.
Únicamente en Brasil se ha formalizado alguna adopción de parejas gays españolas y se prevé que en breve pueda hacerse también en Suráfrica, donde la Constitución recientemente aprobada ya contempla este tipo de filiación.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Klaus Wowereit podria ser el primer canciller homosexual


Klaus Wowereit, que celebró su reelección como alcalde de Berlín junto a su novio Jörg, se postula como candidato socialdemócrata para enfrentarse a Merkel

Klaus Wowereit tiene 52 años, es dueño de un carisma arrebatador, ama las fiestas y goza del raro privilegio de ser el primer político de peso en Alemania en haber salido voluntariamente del armario. «Soy maricón y eso está muy bien», dijo hace ya cinco años en la convención que debía aclamarlo como candidato al cargo que actualmente ocupa.

Nadie duda de que el jefe del Gobierno regional de la ciudad-estado de Berlín es uno de los políticos más populares de la república. Más aun tras su reelección la semana pasada, que le ha convertido en la estrella emergente de su partido, el viejo SPD (Partido Socialista alemán).

Pero el éxito de Wowi, como llaman con cariño sus admiradores a la nueva promesa del partido, miembro de esa especie casi en extinción de líderes socialdemócratas capaces de ganar elecciones, además de alargar su permanencia en el cargo otros cinco años, fue algo más. Y algunos empiezan a especular con su candidatura a la cancillería.

«Y eso está muy bien»

En la noche de su triunfo, el político se presentó ante sus seguidores junto a su compañero sentimental, el neurólogo Jörg Kubicki, a quien, al igual como lo hacen los políticos heterosexuales, abrazó cariñosamente, en una imagen que impactó a la prensa germana. El gesto no fue gratuito. Durante la campaña, su rival democristiano, Friedbert Pflügert, agobiado por las encuestas, intentó ganar votos con una frase maliciosa: «Berlín tiene necesidad de una primera dama». El domingo pasado, Wowereit evitó darle un beso a su novio, pero contestó de manera contundente a su adversario: «Querían una primera dama. Nosotros tenemos a Jörg y eso está muy bien», recordó la coletilla utilizada el día que se reconoció su homosexualidad.

La anécdota no inquietó a la socialdemocracia, tampoco causó preocupación en Berlín, una ciudad con fama de tolerante y centro del movimiento gay germano. Pero la visión de Wowereit y Kubicki abrazados en un escenario político no pasó desapercibida para el poderoso Bild, periódico más vendido del país, que dedicó una portada al tema. «¿Será Wowi el primer canciller homosexual? -titulaba bajo una foto de los dos-. Muchos de sus amigos en el partido ya lo ven como el sucesor de Angela Merkel», añadía. Cuando un candidato tiene éxito en las regionales, la prensa y sus respectivos aliados lo consideran de inmediato predestinado para tareas de mayor envergadura. Y Wowereit repitió hasta la saciedad durante la campaña, que en el caso de una victoria deseaba ocupar nuevos cargos de responsabilidad en su propio partido y tener algo más que decir de lo que había dicho en los últimos cinco años.

Debates de salón

«La discusión que anima a todos los políticos de la capital gira en torno a una pregunta -anotó die Zeit-, ¿Puede un político homosexual en Alemania aspirar a un cargo de alta responsabilidad e incluso llegar a ser canciller? La capital y sus electores ya dieron una respuesta categórica. Los berlineses han aceptado mayoritariamente que su alcalde sea homosexual y que encabece la marcha anual del Christopher Day, la mayor fiesta gay de la ciudad». Pero Wowereit, que a lo largo de sus años al frente del Gobierno de Berlín ha repetido infinidad de veces que él no hace política gay, sino que es un homosexual que se dedica a la política, deberá vencer una barrera casi infranqueable. A nivel nacional, los candidatos gays no gozan de mucha popularidad y por eso no es de extrañar que, aparte de él, sólo dos cargos importantes hayan salido del armario: el alcalde Hamburgo, Ole von Beust, quien nunca menciona en público su condición sexual, y Guido Westerwelle, presidente del partido Liberal, quien se deja fotografiar en las fiestas al lado de su compañero sentimental. Aún es pronto para predecir el futuro de Klaus Wowereit y a pesar del debate que apasiona en los salones de la capital, las declaraciones de sus amigos a favor de una hipotética candidatura y de sus propias ambiciones, el alcalde de Berlín deberá vencer un primer gran obstáculo el próximo año si desea seguir soñando con desafiar a Angela Merkel: ser elegido vicepresidente del SPD.

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viernes, 22 de septiembre de 2006

Las travesuras del señor Humberto


Angélica querría que le hicieran la nota a ella: salta, ladra, te mira alerta a los ojos, husmea el grabador, pero apenas consigue unos mordiscos del sanguchito de jamón y queso que engulle la cronista. Angélica, por si no lo saben, es la vivaracha perra –mezcla con algo de terrier– de Humberto Tortonese, que está junto a Margarita, otra perra que fue muy querida por el actor (dramaturgo, etcétera), en una imagen tomada en Miramar que forma parte de un pequeño santuario personal. Ese altarcito está presidido por una hermosa foto de su padre que quedó pegada a la mesa al derretirse una vela encendida, al lado de un cuenco rebosante de papirolas con forma de pajaritos hechas por el propio Humberto en papeles de precioso diseño. En ese sitial, también tiene su lugar de honor Batato Barea, en tiempos del Parakultural. Desde las paredes del living, descuella Sarah Bernhardt como majestuosa hada protectora en un poster primorosamente enmarcado y una impresionante fotografía de un muchacho trabajador semidesnudo plantado en medio del río, realizada por Marcos Zimmermann. Más allá un piano –con cortinados teatrales detrás– que HT no toca ni de oído, pero donde, en circunstancias propicias (unos buenos tragos, por ejemplo) puede improvisar melodías rarísimas, en las inmediaciones de un corazón en relieve rojo brillante, con algunos pinchos, regalo de 20º aniversario de Zimmermann en julio pasado.

En ese mundo que lo refleja –Angélica, las esbeltas plantas de la terraza, los pájaros de papel, además, se le parecen– Humberto Tortonese, generoso y gentil, conversa con Las12. Habla de La voz humana, de Cocteau, su última creación en teatro actualmente en una impasse, de su estimulante experiencia en radio junto a Elizabeth Vernaci y de sus intervenciones desopilantes en RSM, bajo la conducción de Mariana Fabbiani, programa televisivo donde con su mejor expresión Buster Keaton puede descerrajar acotaciones merecidamente lapidarias, increíblemente osadas. Sin premeditación y sin alevosía, con sinceridad visceral, Tortonese dinamita los cimientos mismos de los programas amarillistas de chismes, del cholulismo en sus peores expresiones mediáticas.

Pero lejos de sentirse un héroe o un cruzado, el artista se divierte manteniendo íntegro su espíritu crítico y travieso, mientras que encuentra tiempo para avanzar en el guión sobre el dentista asesino serial Barreda (“me atrae porque vengo de una familia de odontólogos, por otra parte es un personaje bien nuestro, un caso de locura muy argentina”) que quizá pueda filmar el año próximo. En lo que queda de éste, aparte de proseguir con sus exitosos trabajos en la radio y la tele, a partir de octubre retomará las giras por el interior con La voz humana, espectáculo que espera poder cerrar en Buenos Aires. Durante la entrevista se cuelan el criado del Don Juan de Molière, la diputada Gasconcha y otros personajes inolvidables de HT. Y un pajarito se vuela del santuario y va a parar al bolso de la agradecida cronista.

¿Cómo no se te ocurrió antes hacer La voz humana?
–Hace cuatro o cinco años que la tenía en lista de espera, hasta que dije “ay, ahora es el momento”. Me dejé llevar por la intuición, como otras veces. Con La voz humana sucedió que en un momento todo coincidió: tuve deseos de hacerla ya, me reencontré con ese texto que esencialmente no ha perdido vigencia, lo empecé a masticar. En el momento que tomo la decisión, también se dio que mucha gente me estaba preguntando qué iba a hacer en teatro, me llegaba el deseo de bastante público de verme en el escenario.

Aunque en general en las notas se suele poner el acento en tus actuaciones con Alejandro Urdapilleta en el teatro y en la tele, la verdad es que has diversificado mucho tus interpretaciones en géneros diferentes, incluyendo la comedia inglesa Alarma, el musical La tiendita del horror donde hacías varios roles.
–Con Alarma me pasó que me llegó el guión, y yo sin leerlo pregunté quiénes estaban en el elenco. Me informaron: Valeria Bertuccelli, Alejandra Flechner, Roberto Catarineu, y dije “ah, bárbaro”. Firmé y cuando agarré el éxito me di cuenta de qué flor de choclo, y una cosa muy armada de producción, un sistema al que yo no estaba acostumbrado. A su vez, La tiendita... era la reposición de una producción norteamericana, una comedia muy ingeniosa, con buen diseño de arte, combinado con humor el horror y el sadismo, bien negra hasta el final. Algunos chicos se asustaban, lloraban.

¿Vos sos de llorar con las películas, las obras de teatro?
Bueno, a veces es lindo. A mí me pasa al mirar, por ejemplo, Bailarina en la oscuridad, la de Lars von Trier. Me acuerdo que la vi por primera en el cine, cuando se estrenó. Entré solo y en un momento empecé a meterme en la historia, a quedarme sin respiración porque la angustia me oprimía. Miraba la alfombra roja de la sala, ya no resistía más el dolor del personaje de Björk, sólo su canto me sacaba de ese sufrimiento intolerable. Esa traición de gente en la que ella había confiado, cercana, me llegaba directo al corazón. La volví a ver hace poco, con mi hermano, que no la conocía, y lloré de nuevo, aunque el impacto no fue tan tremendo. Una película que no es de llorar a mares pero me conmueve mucho siempre es La strada. Me da una cosa de enorme ternura la pureza absoluta de ese personaje de Giulietta Massina, tanta que no ve la maldad en Zampanò hasta que él comete ese crimen atroz, mata al loco, al acróbata, al arlequín. Qué increíble Fellini, qué gran poeta, cómo llevaba lo circense en el corazón. En el anterior, Los inútiles, hay un toque en ese baile de carnaval final, con esa actuación grandiosa de Alberto Sordi, un actor que siempre me gustó mucho.

Y siempre tan cerca del patetismo ¿no? ¿De dónde sale para vos esa raíz trágica tan fuerte de los grandes cómicos, de los payasos, de los bufones?
–Es que la comicidad está ahí, tan al borde de todo. No se da al revés con los grandes trágicos, quizá porque una cosa es querer hacerse el gracioso y otra bien distinta tener esa gracia naturalmente, ese don si querés, y de allí ir sin escalas al dramatismo. A mí me gusta mucho ese pasaje de lo grotesco a lo trágico y de allí a lo desopilante. Porque el exceso, el desborde, terminan siendo cómicos, hay una tensión que liberar, si no, te hundís en abismos insondables.

¿Cuándo te das cuenta de que podés hacer ese tránsito entre géneros con tanta fluidez?
–Desde chico yo advertía el tema de encasillamiento, que acá se daba mucho en esa época, más que ahora, seguro. Cuando empecé a estudiar teatro, notaba que había actores que reiteraban un rol y que no querían salir de eso, quizá porque era un lugar seguro. Luppi era como un clásico que hacía siempre de Luppi en distintas cosas, cine, televisión. Es verdad que a veces algunos directores contribuyen, te dicen “vos das para tales cosas”, basándose en un trabajo anterior que funcionó. Es difícil que sepan ver más allá, especialmente cuando sos raro, inclasificable. Después, cuando podés mostrar otras facetas, empiezan a considerarte.

A veces el periodismo también encasilla. Miré algunas notas que te hicieron los últimos años y nadie parece acordarse del magnífico Sganarelle que hiciste en el Don Juan de Molière, dirigido por Alberto Ure.
–Sí, puede haber una tendencia al encasillamiento, a identificarte en una sola dimensión. Me encanta que traigas ese recuerdo de Ure: lo primero que hice con él fue En familia, en el Cervantes, una gran experiencia en un estilo de teatro que me apasiona. De modo que cuando me ofreció a Sganarelle me puse muy contento porque es un personaje divino, poético, perspicaz, sensible.

Le da un eje a la obra, y merece recordarse que vos lo hacías con una contención, con suma elegancia...
–Precisamente, ahí es cuando lo que te importa no es el hecho de ser o no protagonista, sino apreciar el peso del personaje, su sentido dentro de la pieza. Me puse confiado en manos de Ure, tuvimos una conexión profunda, mucho intercambio. Escuchó mis opiniones, siempre tan inteligente y desprovisto de la solemnidad de algunos puestistas estrella de mucha soberbia. En cambio, Ure hizo cosas de gran libertad, desprejuicio, vuelo. Dejame aclararte que nunca tuve ningún resentimiento porque no me reconocieran esa actuación, yo estaba menos en el candelero también. Pero fui muy feliz haciendo ese papel, lo disfruté plenamente, y debo confesar que me encantaba ese aplauso espontáneo, después de hacer ese maravilloso monólogo, antes del final.

Como en la ópera, cuando se aplaude en medio de una escena un aria bien cantada.
–Sí, tal cual, esa necesidad del público de estallar en un aplauso te da una sensación de haber logrado algo muy lindo. Mirá, en La voz humana también me ha pasado: en algún momento de la actuación algo le gusta mucho a la gente y aplaude, si bien a la vez quiere seguir escuchando. Entonces, me fui poniendo más canchero y dejo espacios para que el texto no sea tapado por las risas o los aplausos. Pero la verdad es que esa aprobación espontánea, esa respuesta sincera, como incontenible, es fantástica, muy gratificante si sabés recibirla. Cuando hacía En familia había funciones para escuelas, venían los chicos con las papas fritas y un día, de pronto, después de una entrada mía, se escucha una voz que grita “Grande, Torto”. Yo le retribuí muy sobriamente “Gracias” y seguí actuando. Alguna gente se indignó porque se trataba del Cervantes, imaginate. Creo que así es el teatro popular, con la gente expresándose. Por eso me encanta la imagen de otros tiempos, de cuando el público tiraba cosas, verduras, huevos, si algo no le gustaba. Porque también ahora, con tanto respeto, tanta corrección, te aplauden cualquier cosa al terminar una representación.

En cierto sentido, te apropiaste de La voz humana, hiciste tu versión desde el texto que adaptaste, la puesta, la interpretación.
–Hubo muchísimas versiones, pero hasta donde sé, todo el mundo lo agarró para el lado de la tragedia. Sin embargo, yo pienso que tiene una parte divertida por el lado del desborde. Cuando ella le dice a ese amante que la dejó “el único segundo que me olvidé de vos fue cuando estaba en el dentista y me rozó un nervio con el torno”, en esa frase circula el humor. Creo que si Cocteau está mirando desde arriba, ha de estar riéndose de esta lectura que hago.

¿Te pareció que había que actualizar algunos detalles de la obra?
–Algunos cambios surgieron naturalmente, pero otros anacronismos los dejé. Por ejemplo, que el teléfono se ligara, porque la aparición de esas voces que la interrumpen tienen importancia dramática en la obra, y aunque ahora no suceda, puede resultar verosímil. Te cuento que primero vi la versión de Rossellini en la película El amor, donde están La voz humana y El milagro, las dos por Anna Magnani, que es genial. Después agarré el texto y lo fui pasando muy sencillamente, modificando pequeñas cosas, exagerando otras.

¿Cuál es el origen del oso hormiguero?
–Estaba pensando en cómo hacer lo del perro: primero se me ocurrió una especie de estatua, pero no me convencía. Entonces me acordé de ese oso hormiguero que habíamos usado con Urdapilleta en ATC, en el programa de Gasalla, a quien llamé. Le divirtió la idea y me dijo a quién llamar para recuperar el oso. Y la idea funcionó, sin modificar esa parte del texto, salvo que en vez de un perro se trataba de un oso hormiguero, lo que aportaba una extrañeza, sin duda. Por eso, termino diciendo “Voy a ver qué hago con el animal. Ah, me lo encajaste”. A ese hombre le podrían haber traído de algún viaje un oso hormiguero, una cosa entre snob y caprichosa. Creo que es el animal apropiado para acompañar la locura de ella. Durante todo ese proceso, mi preocupación constante era no desvirtuar el original.

Un texto que toma una situación humana tan universal y atemporal, la de una persona enamorada que no se resigna a ser abandonada, que pierde toda compostura y se arrastra, se rebaja, se revuelca. La canción “Ne me quitte pas”, de Brel, lo dice bien claro: quiero ser la sombra de tu sombra, la sombra de tu mano, la sombra de tu perro, pero no me dejes...
–Exacto, hacés cualquier cosa aunque en el fondo sepas que no hay retorno. Acá hay otro tema muy bien llevado: esta cuestión de querer sacarle una verdad a él. Personalmente, creo que la última llamada de él es para saber si ella cometió una locura o no. Entonces, ella juega con esa mala conciencia. Ciertos desbordes los fui encontrando en algunos sitios: el caso de los guantes de él, por ejemplo. Estaban en la mesita de luz y durante los ensayos ella iba a buscarlos, era como tener una parte de él en sus manos. Cuando se los pone en ojos, pensé: va bajando, se los pone en las tetas, después en la medibacha... Y ya en las últimas funciones era un orgasmo para ella porque después de ese gesto vuelve y dice “acá no están”, o sea: “están dentro de mí”. En estas funciones pasó algo genial: la gente subía, reía, se quedaba suspendida, reía de nuevo. Un gran regocijo para mí, por eso quiero seguir haciendo La voz humana. Nunca tuve oportunidad de hacer una pieza durante mucho tiempo, y en esta oportunidad me han pasado cosas nuevas sobre la marcha, sintiendo que llego a mi punto más alto en lo actoral.

En tu versión, él la deja por un hombre, no por otra mujer.
–Le busqué esa vuelta al ver que era un juez, me acordé de Oyarbide, de algunos escándalos que hubo acá. No me pareció que cambiara lo sustancial del texto para nada, que sigue siendo el abandono, no poder aceptarlo.

También la escena del abandono podría haber sido jugada por un hombre, si bien la convención indica que las mujeres tienen más permiso para mostrar emociones.
–Por supuesto, esa reacción, ese desamparo, esa desesperación les puede suceder tanto a mujeres como a varones. Te digo que muchos espectadores se acercan y me dicen: “A mí me pasó, no en esa medida, claro, pero me identifiqué”. Creo que uno de los hallazgos de la obra es que sea una conversación telefónica, una situación que da la posibilidad de abrirse, de sacar las miserias, de que se adivinen la voz y los silencios del otro.

En realidad, no se trata de un monólogo porque hay otro personaje, que no se ve pero interactúa, en ese camino zigzagueante que recorre la obra.
Sí, y que te lleva a un lugar. Es cierto que se trasluce la presencia de otro personaje que sostiene el diálogo. Por eso la desesperación cuando se corta la conversación, esos gritos desgarradores, ella sufre en el alma y sufre físicamente. Fijate que en algunos lugares del interior viene a ver la obra un público que se la toma como una telenovela. Hay comentarios durante el transcurso, se la toman a pecho, se anticipan, como en el circo criollo. De pronto escucho a una señora que dice con mucho sentimiento “ay, lo que le va a decir ahora, no, no, le mintió”.

Tu puesta y tu actuación tienen momentos francamente operísticos, ¿te gusta ese género?
–Bueno, de hecho hay una versión operística de La voz humana. Y yo quería ponerle algo en esa dirección, los grandes gestos, los gritos. Ultimamente estuve haciendo como tonos para arriba, hasta llegar a un agudo. Sí, me atrae lo desmedido de la ópera, me parece todo muy teatral: la música, la voz tan potenciada, esos sentimientos tremendos. Te transmite una energía, te da piel de gallina. Es fantástico experimentar con el canto, te hace sacar todo. Me pasó una vez que estaba de vacaciones en La Paloma, en un hotel muy viejo con una resonancia increíble: empecé a cantar y la voz me salía perfecta. Yo no tengo esa técnica, pero hay cosas –un momento de felicidad, de plenitud– que me dan ganas de cantar. Cada tanto me pasa.

¿De entrada pensaste en dirigirte en La voz..?
–No, no me lo había planteado así, lo que me propuse fue estudiar bien el texto y después ver, pedir ayuda cuando la necesitara. Pero de pronto la obra ya estaba ahí, me pareció que era una responsabilidad que me correspondía. Igual llamé a un director que llegó tarde al ensayo, justo el día que sentí que entendía la pieza en su totalidad, algo se había liberado, me di cuenta de que tenía la puesta. Aunque reconozco que no es fácil abarcar todas las áreas.

Entre la Capital y el interior, tu público ha de ser muy heterogéneo.
–Muy, y eso me fascina. Público teatrero clásico y público de Rock & Pop. Vienen parejas jóvenes, gente grande, mucha mezcla. El público femenino sigue siendo mayoría, se nota que las mujeres quieren salir, ver cosas nuevas, comentarlas. Además, ellas tienen esa cosa de expresar más sus gustos, sus entusiasmos, son agradecidas. El hombre viene y te dice rápidamente “buenísimo el laburo” y habla de otra cosa, nada que suene personal. La mujer se entrega más, te lo comunica.

Qué paradoja que hayas conquistado en cierta forma una radio como la Rock & Pop, tradicionalmente misógina y homofóbica.
–Bueno, yo no me propuse entrar en esa radio: empecé porque me llevó la Negra Vernaci. Cuando le dije que nunca había hecho radio, me respondió: charlemos así como lo hacemos nosotros, para divertirnos. Entré por mi puerta, en realidad, para encontrarme con una par. Y siempre burlándonos de esa radio machista, que tuvo que cambiar un poco su estilo. Porque Tarde Negra empezó a estar entre los programas más escuchados, conducido por una mujer. Había que rendirse a las evidencias. Con la Negra es como una hermandad que tenemos, nos entendemos y complementamos, coincidimos sin haberlo preparado antes. Y todos los que trabajan en el programa están pendientes, contribuyen a decorar la situación. Pero no es que yo me considere ni remotamente la imagen de la Rock & Pop: voy a trabajar ahí, la paso muy bien.

Lo interesante es que lograste un cambio, si querés parcial pero muy significativo, sin sacar la pancarta, siendo fiel a vos mismo, con tu estilo de ingenuo zarpado, con ese lado de niño inocente que has preservado milagrosamente y que te permite atravesar la selva y salir ileso. Junto a una mina como Vernaci, conseguiste romperle algo a la Rock & Pop.
–Algo pasó, está pasando, es verdad, y creo que es bueno contribuir a romper prejuicios y tener tanta respuesta de la gente. Al principio me di el lujo de hacer el curso del macho, una sátira a ciertas costumbres masculinas, la cancha, el hipódromo, la oficina... Los que escuchaban este curso eran los hombres, y se reían. Para mí era como meterme en un personaje, en un estereotipo. “Vamos, Humberto, que vos podés”, decían los mensajes. Me pareció bárbaro que los tipos fuesen capaces de reírse de ellos mismos. Ahora que dijiste eso de la ingenuidad, de mantener algo de niño, me provocaste la asociación con algo que pasaba cuando era chico: estábamos en una playa, en la carpa, en La Perla de Mar del Plata, y yo me perdía, me iba por ahí y la gente que me encontraba me hacía las preguntas del caso. ¿De dónde venís? De allá lejos, decía yo. ¿Cómo es el auto de tu papá? Amarillo. Nada que ver con la realidad, yo seguía el tren de mi fantasía, mi cabeza iba por otro lado. Y creo que conservo un poco esa posibilidad de no darme cuenta tanto de ciertas cosas, de lo que conviene decir. Entonces, no me censuro. Eso me da una libertad fuera de todo cálculo, también me da mucha tranquilidad, refuerza mi propia mirada.

Quizás es esta frescura, esta sinceridad sin rodeos y sin miedos lo que hace que en la radio, en la TV, puedas conectar directamente con la gente, que te cree y te quiere por vos mismo, que acepta la dureza de algunas opiniones.
–Tengo mis principios, claro, y mi punto de vista. El resto fluye sin premeditación. La semana pasada, en RSM, me deliré actoralmente al hacer un cuento con una serie de fotos de Susana Giménez regando las plantas. Empecé a inventar toda esa historia de que había limpiado los baños y no dejaba que el novio los usara.

Puro teatro
–Sí, por supuesto. Y no falta gente que me dice que tengo que hacer Pasando revista en el teatro, imaginate. Es bárbaro cómo ese aporte actoral, ese crear un relato sobre la marcha, potencia la creatividad del equipo. Después del reportaje a Luis Majul, quien no quiso entrar en el juego y reconocer que había dicho “soy petiso y me la piso”, empezó el chiste con los técnicos que participaron, se les ocurrió poner una supuesta llamada de Majul diciendo “soy petiso...” y el recreo fue creciendo, con una continuidad. Sonaba mi celular y yo decía “debe ser Susana”, pero obviamente era Majul repitiendo la famosa frase. Cuando el equipo se divierte y aporta, las cosas salen mejor, las ideas se multiplican. Mariana se divirtió de verdad ese día.

Mariana Fabbiani parece como dividida entre cierta formalidad para no quedar mal con algunas figuras, y su otro yo, más zafado y maldito, que es cuando está mejor y puede ser brillante. El martes pasado, por ejemplo, volvió de la gripe muy inspirada.
–Ella es muy laburadora, muy profesional, tiene que hacer un personaje pero a la vez encontró una veta donde se puede relajar, disfrutar. Un día me dijo “sos lo mejor que me pasó este año”, y me sonó bien, sincero. Porque al principio había temas que no quería tocar, sobre todo respecto de su ex Gastón. Salía algo en las revistas y me pedía “no digamos nada”, y yo la convencía “sí, digamos, pero encontremos la forma”. Por supuesto que si ella no quiere realmente decir algo, se lo respeto totalmente, pero a ciertos temas viene bien quitarles importancia porque en realidad no la tienen. A mí me encantaba darle a Mirtha Legrand, y Mariana en algún momento se enganchó. Cuando vuelve Mirtha, parece que dijo: “Ay, esa chica me da con todo”, entonces Mariana le mandó saludos. Pero yo cada tanto vuelvo a la carga: aparecen declaraciones contradictorias en su programa y le digo muy serio: “Mirtha, por favor, no permitas que mientan en tu espacio”. Es cierto que Mariana podría tomarse más libertades porque tiene rapidez y gracia, pero tampoco es cuestión de hacer un campeonato de desparpajo. A veces viene bien que ella juegue el rol de moderadora.

En el programa de Susana, tu diputada Gasconcha sí que no tenía pelos en la lengua.
–No me privaba de nada sobre las lacras de los políticos, decía cosas terribles. Susana al principio tenía un poco de miedo, pero después tuvo una actitud muy piola: me dijo que no le contara los temas del día, que quería sorprenderse. Entonces, tenía que explicarle cómo venían las cosas en política. Con la abuela de Gasalla hacía el mismo juego porque le daba buenos resultados.

¿Qué panorama se te va armando a lo largo del tiempo, mirando esas revistas con minas recicladas que dicen sandeces?
–Mirá, creo que todo forma parte de un gran negocio. Ahora veo que las editoriales se fijan si dije más de Caras o de Gente, si muestro más una revista que otra, porque independientemente de la burla, para ellos es difusión. Entonces, intento separarme un poco de esa zona, digo “a la revistita de 1,70 le podés creer o no”, tratando de desenmascarar un poco a través del juego. Es increíble cómo posan y lo que dicen esas chicas por salir en una revista. Yo sé que lo de las cirugías viene de Estados Unidos, pero acá se lo han tomado demasiado en serio. Gente muy joven que se está operando, actrices buenas y lindas que se ponen esas aplicaciones. Pero lo cierto es que en la radio, en la televisión, todo el mundo se disputa estas revistas, aunque sea para mirarlas de ojito, y yo tengo que defender mi material de trabajo. Cada tanto, digo: lo que hacen estas revistas es una carnicería, te cuelgan la media res, te muestran la nalga, tenemos la pechuguita por acá, varios cortes a elección... Y también tenemos a los ricos que hacen fiestas a beneficio y es el mismo circo, todos queriendo figurar.

Moira Soto
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